MINNEAPOLIS, MN
Parecía que la chilanga banda se habría volcado al First Avenue en Minneapolis. Una banda que parecía haber esperado pacientemente 9 años, para poder desinhibirse y llegar con toda la energía que habían encapsulado a lo largo de casi una década. Un grupo numeroso de gente que llenó, abarrotó el icónico espacio de conciertos en la ciudad. Todos, o casi todos, cantaron con fervor, casi religioso, todas y cada una de las canciones que la banda presentó.
En algunos momentos la escena era casi apocalíptica, como si fuera solo una cuestión de tiempo, tan solo un momento, el que se requería para que la multitud estallara al unísono. Como Miguel, quien para la ocasión vestía una playera de manufactura Ay Guey!, y quien dijera que ser chilango es la neta, aunque sea él originario de Michoacán. O como cuando las muchachas chilangas corearon con entusiasmo desbordado que chambeando de chafirete, nos sobra chupe y pachanga… para confesar, con total desenfado, que son chilangas “de Bogotá”, y que han seguido a la banda de los “tacubos” por muchas partes.
Así, Café Tacuba, la famosa banda de rock y ska, pero que mezcla sin problemas miles de géneros en sus interpretaciones, llegó a Minneapolis como parte de su gira Niu Güeis Tour, que se extiende hasta el 21 de octubre, y que dio comienzo en San Francisco, el pasado 5 de septiembre.
En esta ocasión, el espacio pareció insuficiente para contener la energía que se desprendía con cada canción, con cada arenga hecha por Rubén Albarrán, para que los asistentes fuesen felices, que se comprometieran a ver por los demás, y por todo lo demás, trátese de animales, agua, o el medio ambiente.
Café Tacuba, que naciera como banda en 1989, se presentó con el mismo fervor que le caracteriza a la banda, y sobre todo al líder de la misma, Rubén, pero sin pretender esconder la calidad y la enjundia de Emmanuel Del Real, o de Jose Alfredo, el Joselo, Rangel y su hermano, Enrique “Quique” Rangel.
A lo largo de casi tres horas de una abigarrada y liberadora convivencia, la banda interpretó sus éxitos más reconocidos, al tiempo que combinaba con las canciones de su nuevo disco, Jei Beibi, lanzado apenas en el 2017, y que ya se ha consolidado entre los mejores 10 álbumes dentro del género. Acaso faltó escuchar 1, 2, 3, que es una de las canciones con mayor carga política que han presentado, pero no faltaron otras que fueron coreadas por sus fans, con el mismo entusiasmo con que seguían sus éxitos más conocidos.
Tampoco quedaron fuera Déjate Caer, ni se evitó abrir oficialmente el concierto con Como Te Extraño, y el comentario de que la banda extrañaba a los fanáticos de Minneapolis, y concluyendo con la promesa de que la experiencia habrá de repetirse pronto. Y ello quedó en la mente de los cientos de asistentes, que desearán no tener que esperar otros 9 “canijos” años para conectarse, bajo la misma frecuencia, con una banda de rock, de ska y de todo lo demás, que ha dejado huella en la historia, y que luego de más de 30 años, se ha consolidado con creatividad y compromiso.
Por ello, la mayoría de las personas que gozamos del concierto, permanecimos hasta que cerró el mismo con Las Batallas, como homenaje profundo a José Emilio Pacheco, y a Carlitos, quien amara a Mariana, y lo divulgara ante propios y extraños. Y luego, sin pausa, todos cantamos a la Rarotonga, a quien muchos, no todos, sin duda, conocieron cada martes, y que fuera parte de los sueños de muchos otros, al comprar la revista en los puestos.
Un largo concierto, lleno de recuerdos y sorpresas, de canciones de baile, de gritos, de pasión, y de un compromiso colectivo por seguir disfrutando de la vida, con el pretexto de que, en menos de 9 años, nos volveremos a encontrar, en cualquier lugar, para conectar con Café Tacuba. Por lo pronto, fue Minneapolis, este 17 de septiembre, y ¡fue fantástico!