MINNEAPOLIS, MN
Fue un 11 de mayo de 1858 cuando Minnesota se convirtió en el estado número 32 de los Estados Unidos. Esa fue la fecha del reconocimiento oficial, en tanto que desde 1849 Minnesota había sido legalmente nombrado un Territorio de la federación. Un territorio que, a la vista de los legisladores de entonces, y de muchos otros, carecía de suficiente número de habitantes para convertirse en una entidad autónoma. Un territorio que, sin embargo, en ese 1849 se encontraba poblado por un buen número de residente nativos, los Dakota, los Anishinaabe, y otros grupos culturales que no podían ser considerados “residentes” por parte de las autoridades federales.
Apenas cuatro años después de su reconocimiento como estado autónomo, Minnesota vivió las consecuencias de una guerra civil que habría dividido, y aparentemente sentado las bases para una nación en la que el esclavismo no existiría, legalmente. Y fue en ese año que tuvo verificativo la llamada Guerra Dakota de 1862, que impulsó el desarrollo económico del estado, y cimentó el desarrollo de la agricultura intensiva y la creación de granjas, todas en manos de entonces inmigrantes blancos. Y todas con el apoyo del gobierno federal, para con el objetivo de “poblar la región.”
Desde el momento en que el gobierno federal reconoció la masacre de pobladores Dakota, como un evento “necesario”, y no realizó investigación alguna sobre sus verdaderos orígenes, Minnesota se colocó a la cabeza del desarrollo económico, y se hizo notable en el contexto nacional, especialmente gracias al uso de las cascadas de St. Anthony, que fueron usadas para desarrollar molinos. Mayormente destinados al procesamiento de granos, y la creación de harinas.
Sin embargo, es importante reconocer que la historia de Minnesota debe incluir la de los pobladores originarios.
Los que se estima habrían llegado a la región en el año 8,000 AC. Esos que poco tiempo logaron sobrevivir en la región, y que dieron paso a la fugaz presencia de tantos otros grupos, hasta que, circa el año 3,000 AC, se reconozca el asentamiento de grupos humanos, según consta en algunos jeroglíficos encontrados en la región.
Hacia el año 800 DC el cultivo del arroz salvaje se habría generalizado en la región, de tal forma que, cuando los primeros inmigrantes europeos exploraron la región, el estado estaba habitado por tribus Dakota, Ojibwa (algunas veces llamado Chippewa o Anishinaabe), quienes se vieron forzados a migrar hacia el oeste debido al empuje “colonizador” de los primeros inmigrantes europeos en el país. Se estima que sería entre 1620 y 1700 que las tribus mencionadas se habrían asentado en Minnesota.
Los primeros europeos en llegar a Minnesota fueron los franceses, a partir de 1650, con Pierre Esprit Radisson y Médarddes Groseilliers, quienes serían los primeros en interactuar con las tribus Dakota. En 1680 llegaría a la región el sacerdote católico Louis Hennepin, acompañado de los también sacerdotes Michel Aco y Antoine Auguelle (conocido como Picard Du Gay). Poco a poco, los inmigrantes franceses fueron construyendo colonias nuevas en la región, hasta la llegada de Jonathan Carver, un zapatero de Massachusetts, en 1767, a quien siguió un grupo de gente previamente establecida en el Este del país, o bien recién llegados de la Gran Bretaña, Alemania y países nórdicos.
Al concluir el proceso de independencia de los Estados Unidos, gracias al segundo tratado de Paris, firmado en 1783, se reconocieron las demarcaciones de lo que es hoy Minnesota, con el reconocimiento de las ciudades de Minneapolis y St. Paul. Y el Fuerte Snelling sería construido, por Josiah Snelling y sus soldados, para “mediar” disputas entre las tribus Ojibwe y Dakota. El fuerte se convirtió en un lugar despreciable para muchos cuando se discutió el caso de Dred Scott y su familia, ex esclavo, que solicitaba se le reconociera como persona libre a la muerte de quien le habría traído a Minnesota como esclavo. En Minnesota, la esclavitud estaba legalmente prohibida, pero en el fuerte, los jueces dictaminaron en contra de Dred Scott, declarándolo esclavo y reasignando a otra persona como su propietario.
El estado de Minnesota actual tiene antecedentes importantes, y un crecimiento económico singular, que poco se ha visto afectado, incluso durante períodos de crisis. En el estado, la población ha sido mayormente aborigen, hasta el año 1925, aproximadamente, y fue hasta 1950 que la mayoría era también población inmigrante indocumentada, mayormente de origen europeo. Alemanes, irlandeses, noruegos, suecos, daneses e incluso ingleses que buscaban fortuna, se establecieron en el estado.
Con ellos, se desarrolló una cultura singular, que hoy se plasma en una vibrante población urbana en las Ciudades Gemelas, en donde la diversidad parece ser una norma, y un amplio territorio rural mayormente poblado por población blanca, que aún tiene problemas para aceptar y asimilar la diversidad creciente en pequeñas ciudades y poblados.
Una Minnesota, la de hoy, en la que el desarrollo económico y cultural es una característica que le coloca como uno de los mejores estados para vivir en el país, pero en el que aún prevalecen lastimosos niveles de desigualdad en educación, economía y vivienda, al comparar grupos diversos con la todavía mayoría blanca de la población.
Celebremos, pues, los 160 años de Minnesota, pero hagámoslo con la certeza de que persisten aún demasiados asuntos que se deben resolver, y de mejor manera que el caso de Dred Scott