MINNEAPOLS, MN
El pasado 4 de mayo del presente año, el diario Los Angeles Times publicó un extenso artículo firmado por Alexandra Délano Alonso. En la nota se da cuenta de los múltiples problemas que enfrentan quienes vuelven a México luego de haber vivido por años en los Estados Unidos. Miles habiendo sido deportados, otros para prevenirlo, decidiendo volver por su voluntad, antes de ser obligados a volver. Los hay también quienes han decidido hacerlo pese a no tener problemas migratorios, por muy diversas razones, incluido el desear salir de los Estados Unidos como respuesta a la creciente xenofobia que se ha alimentado desde la presidencia del país.
Del artículo resalta que la reincorporación de quienes vuelven a México, no ha sido fácil.
Y para muchos, según los testimonios recogidos por la periodista, se carece de apoyo alguno por parte de los diversos niveles de gobierno en el país. Destaca una declaración hecha por parte de Nancy Landa, quien vive en la ciudad fronteriza de Tijuana, y ha sido deportada en el 2009, quien asegura que “algunas veces me siento que he encontrado mayor aceptación en los U.S incluso como indocumentada, de lo que he sido aceptada aquí como nacional mexicana.”
La situación es preocupante, y sin duda un problema del que se debe hablar, franca y abiertamente. El punto es que, políticamente, los migrantes mexicanos son igualmente considerados en forma diferencial dependiendo de dónde se encuentren.
Para el gobierno mexicano, quienes se van son un capital económico y social que debe ser reconocido, integrado, en la economía estadounidense. Muchos son los recursos que se invierten para promover la incorporación plena de los migrantes en los Estados Unidos, incluidos la creación de instancias de apoyo al migrante como parte de los 50 consulados que se encuentran a lo largo y ancho del país.
Asistencia legal, apoyo en salud, promociones de educación, talleres de impuestos, líneas de 24 horas de apoyo, son parte de los esfuerzos realizados por las oficinas consulares en todo Estados Unidos. Y la respuesta es siempre pronta por parte de quienes laboran en los mismos consulados, poniendo en evidencia un fuerte e inquebrantable compromiso por apoyar a los connacionales que buscan resolver sus problemas. Por supuesto, existen aún problemas burocráticos, mayormente debidos a las interpretaciones que los empleados dan a las instrucciones, sin considerar las condiciones especiales que viven quienes migran. Pero eso tan solo es tema de otra nota.
La situación que viven los migrantes es totalmente diferente cuando vuelven al país.
Pese a lo expresado por autoridades nacionales en México, no se ha desarrollado un plan concreto para reintegrar a los migrantes que son devueltos, o quienes deciden volver. Una vez que pisan suelo mexicano, quienes vuelven son ignorados en su mayoría. No existe ninguna evidencia de que haya siquiera interés en dar seguimiento a los casos individuales, luego de ser “bienvenidos” en los aeropuertos o puertos de entrada.
Hoy, los diversos programas que se han creado, como el “Somos Mexicanos”, originado en el 2014, han mostrado su ineficacia, al no cumplir con facilitar la reintegración económica y social de los retornados. Según testimonio de una entrevistada por el LA Times, dicho programa “no existe”.
En parte, el problema se deriva del acento “gringo” que muchos de quienes vuelven tienen, como si fuese una marca para ser discriminados. Pero la realidad va más allá. Muchos de quienes vuelven mantienen su acento “mexicano” al haberse desarrollado como profesionales en los Estados Unidos, pero igualmente son ignorados, sin encontrar otra opción que trabajar para oficinas de servicios al cliente de organizaciones con base en los Estados Unidos.
Así, no es la carencia de certificaciones que sean “válidas” dentro de la perspectiva del sistema en México, habida cuenta que muchos son quienes han egresado de programas de educación superior en el propio país quienes finalizan respondiendo a llamadas telefónicas para resolver problemas de televisión por satélite o problemas con sus teléfonos celulares.
Se trata de un problema serio de capacidad e interés por reintegrar a los que vuelven, pues acaso se piensa en que quienes se van, no habrán de volver. Como parece ser cuando se desarrollan tantos esfuerzos en México para apoyar a quienes están en los Estados Unidos. “Nuestros embajadores en el exterior.”