SAINT PAUL, MN
No desencantó para nada, el tipo es eso que llaman “un show-man” y bien pudiera ser “The greatest of them all”. Y lo que se comenta en las redes, en videos de medios sociales no brindan la historia completa del lo al final brinda el señor.
Con un inmenso repertorio que permite al intérprete darse el lujo de tan sólo corear una estrofa o coro y compilar sus hits en varios popurris. Una sección de boleros, hits de los 80s, de los 90s, sección de mariachi y de regreso a su característico latíno smooth jazz. Un mágico sólo de saxofón, y de guitarra, luces a lo fantástico y una estupenda pantalla han hecho de este un espectáculo completo, hecho olvidar casi de inmediato su presentación de hace una década en este mercado.
Ante los retos inmediatos de un inicio apresurado ya sea por tiempo o por fallas técnicas; el intérprete supo continuar, establecerse en el escenario y ya cantando, la magia del encuentro con sus fans sucedió por sí sola. Luis Miguel cantó como nunca y logró impresionar a un público Minnesotano con variedad tónica e interesantes improvisaciones vocales.
Modesto el hombre dijo no poder pedir más sentirse complacido con el público del Xcel -“que más puede uno pedir,” dijo el llamado “Sol”. Y aunque en realidad nunca mencionó o puntualizó dónde se encontraba, y aunque tal vez para él fue un concierto más, el Mexicano por convicción, no escatimó en mostrar su soltura y dominio total del escenario.
Luis Miguel sabe lo que quiere y sabe a qué volumen lo quiere y lo pide y lo exige; y lo hecho tantas veces que ha logrado establecer una comunicación plena a través de gestos y señales con sus músicos y producción. Llega el momento donde ya nada importa y Luis Miguel toma micrófono, se despoja de auricular y se dedica a lo que sabe hacer mejor, a comunicarse y deleitar a su público.
Habrá pues que reconocer a Luis Miguel no solo como interprete de hits o como un fenómeno mediático popular; sino como un auténtico y estupendo músico, una leyenda viviente de la música contemporánea Latinoamericana.
Resaltamos que la calidad musical de su banda merecía más que un reconocimiento de abrazos o gestos amistosos; queda la duda si el mariachi era el Vargas de Tecatitlán, queda la duda sobre el nombre del director musical, estupendo y animado bajista en el grupo, queda la duda saber el nombre del gran guitarrista y del espectacular saxofonistas de la banda.
Cátedra de maestría en el escenario, un Luis Miguel alegre, bromista, dedicado, no se guardo nada para el modesto público (en número) que asistió al Xcel el Sábado por la noche.
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