Eden Prairie, MN. Por Karla Rentería
Conforme los hijos crecen, los padres solemos pensar en la independencia que su desarrollo y crecimiento nos brindarán, porque creemos que cada vez nos necesitan menos. Aunque esto no puede estar mas alejado de la realidad.
Es muy importante dejar siempre tiempo y espacio para los hijos. Pero es aún más importante permanecer cerca de ellos cuando están dejando de ser niños, esta etapa, conocida como pre adolescencia se caracteriza por una mayor percepción del entorno, es decir comienzan la búsqueda de su identidad y el rol que les gustaría ocupar en la sociedad.
No hay una edad definida para entrar a la pre adolescencia, ya que su desarrollo depende de cada persona. Pero se da entre los 11 y 13 años. Es la etapa previa a la adolescencia, que llega después de la niñez y se inicia con la pubertad.
El acceso que tienen los niños a la información actualmente y la ausencia de los padres durante la infancia pueden provocar que esta etapa comience antes, debido a la interferencia de los medios masivos de comunicación y los mensajes que reciben de estos, es de vital importancia sentarse con ellos a ver los programas que ellos ven y mantener la mente abierta siempre para contestar sus preguntas.
La pre adolescencia es una etapa de contradicciones: por un lado, todavía tiene conductas infantiles, pero por otro, su cuerpo ya no es el mismo que el de un niño y empezará a sentir un deseo de autonomía que se irá acentuando en los años siguientes.
Y el niño que solía estar pegado a sus padres, se empieza a identificar con un grupo de amigos y a experimentar un sentido de pertenencia. Comienza un intercambio cultural más intenso y efectivo, de manera que la figura de los padres empiezan a perder fuerza en el mundo exterior. He aquí la importancia de conocer las amistades con las que se reúnen nuestros hijos, al igual que mantener una relación con los padres de estos, en la medida de lo posible.
La influencia social comienza a ser más fuerte. En la niñez es cuando desarrollamos nuestra personalidad, basado en lo que se nos inculcó en el núcleo familiar; pero a partir de la pre adolescencia, la influencia la ejercen ciertos lideres externos al grupo familiar, como los amigos, algún maestro o un líder de opinión.
En esta etapa es muy importante la imagen que proyectamos de nosotros mismos y comienzan los conflictos con los padres y figuras de autoridad; por eso es bueno que los padres seamos congruentes con la imagen y los valores que inculquemos a nuestros hijos durante su crecimiento.
Las relaciones que nuestros hijos desarrollen a lo largo de su vida, provienen definitivamente del núcleo familiar, pero están muy influenciadas por el entorno y las amistades.
La recomendación unánime de los expertos es:
Dedicar tiempo a sus hijos. Ponerlos a practicar deportes todo el año y dejarlos elegir en que quieren competir, pero no dejar que lo abandonen cuando las cosas se empiecen a poner difíciles para ellos. Los deportes son la mejor actividad para ellos, tanto para los que tienen ganas de competir como para los que necesitan dejar escapar energía.
A las niñas, sin embargo, es muy importante dedicarles tiempo para hablar. Eso significa tener una conversación de dos vías, no un monólogo. Ellas necesitan saber que pueden acercarse a su mamá sin temor.
En una encuesta entre pre adolescentes, estos dijeron que les gusta salir al parque con sus papás, jugar juegos de mesa, nadar, hacerse las uñas y el maquillaje con la mamá, acampar, jugar tenis, viajar, colorear, jugar legos, andar en bicicleta, pescar, entre otras.
Los expertos también recomiendan asignar responsabilidades dentro del hogar, como cuidar niños, ayudar con las comidas y tareas domésticas. A cambio de obtener algunos privilegios.
Durante esta etapa es esencial que busquemos actividades que nuestros hijos disfruten y que podamos realizar en familia, no solo para conservar el lazo que nos une, sino para fortalecer la conexión con nuestro pre adolescente.