MINNEAPOLIS, MN
Gordon Lunceford, de Kentucky. John Leming, de Tennessee. James Robinson, de Texas. Son solo algunos de los cientos de agresores sexuales que la Convención Bautista del Sur, la mayor denominación protestante de Estados Unidos, se ha visto obligada a señalar con la publicación de un informe que detalla décadas de abuso y encubrimiento por parte de sus líderes.
Los nombres forman parte de una lista que la Convención ha negado durante años que existiera hasta que una investigación independiente, ordenada por el propio grupo y publicada la semana pasada, reveló cómo los líderes bautistas han ocultado las denuncias de abuso de sus feligreses, llegando incluso a intimidarlos.
Christa Brown, quien fue violada por un pastor bautista cuando era niña, explica que ese listado existe desde 2007, pero que durante este tiempo la Iglesia ha sostenido que no podía recopilar este tipo de datos, “que mantener una lista así iba en contra de su religión”.
Brown es una de las caras más reconocibles de la lucha de los supervivientes de abusos sexuales por obligar a la Convención Bautista del Sur a admitir y reparar el daño causado durante años a fieles de la denominación.
Y a pesar de que dice sentirse “validada” por el informe y la respuesta de los líderes bautistas, quienes se han disculpado públicamente y han prometido reformar la organización, no puede evitar mirar al futuro con algo de escepticismo.
“YA HEMOS PASADO POR ESTO”
“Algunos de nosotros ya hemos pasado por esto antes”, explica Brown al recordar el trabajo de medios como The Houston Chronicle o la agencia Associated Press, que durante años han publicado exhaustivas investigaciones sobre el tema.
La escritora y activista se acuerda especialmente de un momento en el año 2007, cuando la cadena ABC emitió un programa sobre la cuestión del abuso sexual en la Convención Bautista del Sur, y en el que pensó que las cosas estaban a punto de cambiar.
“Pero no lo hicieron”, lamenta. “Esperaron a que los medios dejaran de cubrir el tema, hicieron mucho lavado de imagen, dijeron muchas cosas buenas, pero en cuanto a cambio institucional, apenas hubo nada”, detalla Brown.
El pastor J.D. Greear, líder de la Iglesia de la Cumbre (Summit Church) y expresidente de la Convención Bautista del Sur, entiende el escepticismo, pero cree que el hecho de que el informe haya surgido tras una iniciativa de los propios bautistas es un claro punto de diferencia con el pasado.
“La mayoría de los bautistas del sur se sintieron horrorizados al enterarse de que algunos de estos líderes se habían aprovechado de su poder para proteger la institución y protegerse a sí mismos, y pidieron una investigación inmediatamente”, señala Greear.
UNA INICIATIVA INTERNA
El pastor fue presidente de la denominación desde 2018 hasta 2021, el mismo año en que una inmensa mayoría de sus miembros votó a favor de establecer un comité para evaluar la respuesta del grupo a las acusaciones de abuso sexual contra sus pastores.
“Proteger a los hijos de Dios es la misión de la Iglesia. Debemos enfrentarnos a esto de manera decisiva y definitiva”, dijo entonces Greear.
Para el religioso, la Convención “no operaba de acuerdo a los principios de la Biblia”, pero eso no es motivo para condenar a la institución entera, ya que la falta de organización puede ser incluso peor que una organización fallida.
“Entonces no habría ningún tipo de responsabilidad”, defiende Greear.
El pastor bautista opina también que el hecho de que hayan sido los propios miembros de la denominación quienes hayan impulsado esta rendición de cuentas es garantía de que habrá reformas duraderas, y los diferencia de la respuesta que la Iglesia católica ha dado a sus propias acusaciones de abuso y encubrimiento.
Christa Brown, sin embargo, no está tan convencida de que los casos sean diferentes.
“Creo que la Convención Bautista del Sur ha hecho las cosas peor que los católicos”, argumenta, ya que sus líderes tuvieron la oportunidad de aprender de la experiencia de la Iglesia católica, y “decidieron no hacerlo”.
SIGUIENDO LA ESTELA CATÓLICA
Brown recuerda el caso de Thomas Doyle, un sacerdote católico que fue de los primeros en denunciar la cultura de abuso de menores en la Iglesia, quien en 2007 advirtió explícitamente a la Convención Bautista de que se encaminaba a una situación similar.
“Tuvieron la oportunidad de hacer las cosas de manera diferente, y en lugar de eso insistieron en su camino”, lamenta.
La escritora tampoco quiere restar importancia a la disculpa y el reconocimiento de los líderes bautistas, que en su opinión sirve para reparar “una parte muy pequeña” del enorme dolor que la Convención ha causado a cientos de supervivientes como ella durante años.
Pero cree que este tipo de casos de abuso y encubrimiento son inevitables en cualquier comunidad religiosa que ponga a las mujeres en una posición de inferioridad respecto a los hombres, siempre que no haya un sistema de garantías que proteja a los denunciantes.
Denunciantes como Christa Brown, de Texas. Jules Woodson, de Tennessee. Tiffany Thigpen, de Florida. Son solo algunas de las cientos de supervivientes que llevan décadas denunciado los abusos de la Convención Bautista del Sur y para las que la publicación de la lista de agresores es “un primer paso”.
“Veremos qué ocurre ahora“, dice Brown.