MINNEAPOLIS, MN
La música folclórica navideña de Puerto Rico, una herencia española que ha adquirido características propias, es un acompañante imprescindible en esta época festiva en la isla, que se distingue por celebrar las Navidades más largas del mundo.
A su llegada a la isla, los españoles trajeron sus costumbres y tradiciones, entre ellas, la música, que incluyó en sus cantatas composiciones como las décimas, así como instrumentos como la guitarra, que los puertorriqueños adoptaron para crear la llamada música típica o folclórica puertorriqueña.
“Lo típico va evolucionando hasta convertirse en un género que podemos decir que tiene su característica propia, donde se mezcla la idiosincrasia nuestra con todas las expresiones que recibimos”, explicó a EFE Javier Santiago, director ejecutivo de la Fundación Nacional para la Cultura Popular.
“Lo vemos en la montaña con nuestra música jíbara, ese folclor, los campesinos, ese apego con la tierra, lo compartimos mucho con las Islas Canarias (España)”, destacó el historiador en la sede del organismo en el Viejo San Juan.
INICIOS DE LA MÚSICA FOLCLÓRICA
Las décimas, acompañadas de los acordes de la guitarra, fueron adaptadas e interpretadas en improvisaciones por los jíbaros (campesinos puertorriqueños), a quienes posteriormente se les empezó a conocer en el ambiente musical como trovadores.
Así, a través de los años, comenzaron a destacarse en la isla trovadores como Jesús Sánchez Erazo (“Chuíto, el de Bayamón”), Florencio Morales Ramos “Ramito” e Israel Cortés Ríos “Juaniquillo”.
Otros artistas que posteriormente irrumpieron en la industria fueron Herminio De Jesús, Mario Enrique Velázquez, Vicente Carattini, Gloria González y José Nogueras con composiciones como “El Fuá”, “Dame la mano, paloma”, “La botellita” y “Ponle por nombre Jesús”.
Nogueras, autor de temas navideños como “Ellos no quieren parar”, “Navidad es amor” y “Para saludarte”, dijo a EFE que un elemento o factor primordial que deben tener los trovadores o autores de canciones navideñas es “el contacto con la raíz” de la cultura puertorriqueña.
“Si estás en Puerto Rico, tienes una idiosincrasia renovándose en ti todo el tiempo, y el estar aquí te da una ventaja; te renueva tu puertorriqueñidad y agrega las características en una canción”, resaltó.
LA EVOLUCIÓN POR CREENCIAS CRISTIANAS
Por su parte, Andrés Jiménez, uno de los principales cantautores de música típica local en los pasados 40 años, explicó a EFE que este género también acogió de la herencia española la fe cristiana, al interpretarse en rituales religiosos, promesas a la Virgen y a los santos.
Para este cantautor, conocido como “El Jíbaro”, el hecho de que el pueblo puertorriqueño sea “bien cristiano” ha favorecido que “la música jíbara evolucione por villancicos y cánticos de los españoles”.
Puerto Rico se destaca por festejar la Navidad más larga del mundo, desde el Día de Acción de Gracias a finales de noviembre, hasta las Fiestas de la Calle San Sebastián, en la tercera semana de enero.
Jiménez agregó que la música típica puertorriqueña ha tenido también una evolución por la inclusión de otros instrumentos, como el güiro -de herencia indígena-, que luego se fusiona con el bagaje africano en la percusión con el bongó y la conga.
Otro instrumento que predomina es el cuatro, que originalmente tenía cuatro cuerdas, aunque ahora son diez en cinco pares, y que fue inventado por los jíbaros del siglo XVI del centro de la isla.
EL CUATRO, UN INSTRUMENTO IMPRESCINDIBLE
“Si no hay cuatro, no hay Navidad” es una de las reconocidas canciones de Nogueras.
La cantante Choco Orta, después de entonar la canción navideña “Así es mi tierra”, de Gloria González, que el cuatro puertorriqueño “es la radiografía, la metonimia de la Navidad puertorriqueña”.
“El cuatro es un grito bien alto. Nos distingue y es autóctono nuestro, como el coquí”, añadió la cantante, mencionando a la diminuta rana autóctona que en las noches emite un sonido parecido a un “co-qui, co-qui”.
Orta subrayó que los puertorriqueños, pese a contar con la ciudadanía estadounidense, tienen una cultura e idiosincrasia propia que han hecho que la isla “sea históricamente el lugar donde se celebran las Navidades más prolongadas por decisión propia”.