SAINT PAUL, MN
Para muchos, esta era la elección en la que se vería una gran ola, casi un tsunami azul, que daría cuenta de la opinión de la población en torno a la forma en la que el gobierno federal se ha desempeñado a lo largo de estos dos años.
Se proyectaba incluso que el incremento notable en el número de votantes que acudieron anticipadamente a las urnas, era un indicador de un incuestionable triunfo demócrata en todo el país, con los legisladores representantes del partido azul, retomando el control del senado y de la casa de representantes. Incluso algunas gubernaturas serían tomadas por los demócratas, como testimonio del rechazo generalizado a políticas que han salido de la Casa Blanca.
Comunidades diversas se habrían manifestado en ese sentido, con la esperanza de que los candidatos demócratas a gobernadores en Florida y Georgia lograran poner énfasis en el mensaje, con claridad y contundencia. Y que las candidatas demócratas fuesen igualmente enfáticas al triunfar en sus respectivas carreras por posiciones de elección.
Los resultados fueron diversos, y variados. Primero, el senado quedó bajo el control de los republicanos, con mayor fuerza aun en comparación con los momentos previos a las elecciones. Al menos 55 asientos dentro de la cámara de senadores se encuentran ya bajo el control del partido republicano. Asimismo, en Florida Andrew Gillum concedió la victoria a su contrincante republicano Ron DeSantis, reconociendo la derrota en una de las contiendas que mayor atención atrajo a nivel nacional. Por su parte, Stacey Abrams, candidata demócrata a la gubernatura de Georgia, se negaba a conceder el triunfo al republicano Brian Kemp, dada la cercanía en la contienda, aun cuando se han contado ya 99% de los votos.
En Minnesota, sin embargo, la ola azul si fue una realidad.
El estado fue testigo y participe de un triunfo generalizado en manos del partido demócrata (DFL), asegurando todas las posiciones que se encontraban en contienda, incluidos las de gobernador, fiscal general, secretario de estado, y auditor del estado. Oficinas estatales de gobierno que fueron aseguradas todas por los demócratas. Destaca acaso el triunfo de Keith Ellison, quien fuera duramente atacado durante su campaña, y quien lograra conjugar el trabajo de un grupo amplio y diverso, étnica y racialmente, en torno a su candidatura.
En Minnesota, una gran diversidad de comunidades se manifiesta hoy satisfechas con los resultados, al ver que las contiendas por posiciones federales, para el senado y la casa de representantes, llevan a Amy Klobuchar, Tina Smith e Ilhan Omar, a Washington, representando las voces de quienes se colocan tradicionalmente en condiciones de desventaja.
Asimismo, en Minnesota, los demócratas lograron el control de la casa de representantes, haciendo eco de lo que habrá ocurrido a nivel nacional, con un congreso bajo el control de esa ola azul, por primera ocasión desde el 2010. Con ello, a nivel nacional, los demócratas contarán con la posibilidad de controlar los principales comités de la cámara baja, y poder ejercer presión sobre la presidencia.
Para muchos votantes, estas elecciones dan cuenta de que existe la posibilidad de cambio, y que la voz de muchas comunidades ha sido fuerte y clara. Para muchos, el hecho de que haya habido tantas mujeres triunfando en elecciones clave, y con la presencia de muchas de ellas por primera ocasión en el congreso, es una clara evidencia de que existe un poder que puede cambiar, si se lo propone. Para otros, el camino es aun largo y sinuoso, y para otros, incluso, la posibilidad de la continuidad es real.
Un ejercicio que ha movilizado a mucha gente, y que da cuenta de una sociedad dividida. Con comunidades claramente posicionadas y que permite prever eventos próximos en los que los votantes, y las diversas comunidades, buscarán posicionarse con mayor fuerza.
