MINNEAPOLIS, MN
Las compras y ventas de viviendas entre los hispanos reflejan el impacto de la pandemia de COVID-19 desde marzo, un mes en el que las ventas de casas usadas cayeron el 8,5 %, la mayor reducción mensual desde noviembre de 2015, según informó este martes la Asociación Nacional de Agentes de Bienes Raíces (NAR).
“El hispano es el primero que se alarma cuando hay una crisis económica”, dijo a Efe Guillermo Barbosa, un agente de bienes raíces de la firma New Millenium, en el norte de Virginia. “Hay menos actividad y eso es muy notable”.
“En muchas familias hispanas viven juntas varias generaciones, y con familias adentro de la casa, niños, abuelitos, gente con problemas respiratorios, no quieren mostrar esas propiedades”, añadió Barbosa, quien explicó que los agentes recurren, de manera creciente, a las “visitas virtuales” con videos de 360 grados para mostrar las viviendas en oferta.
Según los datos de NAR, la tasa anual de ventas de casas usadas bajó de 5,76 millones en febrero a 5,27 millones en marzo. Estos datos incluyen contratos de compraventa que se habían firmado en enero y febrero, antes que la epidemia de coronavirus se hiciera sentir en el mercado.
El mes pasado las ventas cayeron en todo el país, con una reducción del 13,6 % en el Oeste; 9,1 % en el Sur; 7,1 % en el Nordeste, y 3,1 % en el Medio Oeste.
Los datos de NAR muestran cómo las diferencias culturales se reflejan en la propiedad de viviendas: entre los afroamericanos el 22 % tiende a adquirir casas donde pueda vivir toda la familia extensa, una preferencia notable entre el 18 % de los latinos y apenas el 11 % de los compradores blancos.
Miguel Ávila, un agente de bienes raíces de la firma Long and Foster, también en el norte de Virginia y con 15 años en el negocio inmobiliario, explicó que “en realidad el mercado de estación había comenzado en diciembre, cuando bajaron tanto las tasas de interés y más gente salió a comprar”.
“Los compradores hispanos mantuvieron ese ritmo hasta hace poco”, añadió. “Había competencia entre los compradores y a veces recibíamos siete ofertas tras el primer fin de semana de ‘casa a puerta abierta'”.
“Ahora hay muy poca actividad“, añadió. “Trabajamos desde casa. Sólo salimos a hacer las compras necesarias”.
En medio de la aprensión de compradores y las medidas de “distanciamiento social”, ya en la tercera semana de marzo el 28 por ciento de unos 3.000 agentes de bienes raíces, encuestados por NAR en todo el país, daba cuenta de una reducción en el número de viviendas puestas a la venta.
Según la Asociación Nacional de Profesionales Latinos en Bienes Raíces (NAHREP, en inglés), el índice de propiedad de la vivienda entre los hispanos de EEUU creció un 31,4 % entre 2015 y 2019 con la adición de 435.000 viviendas compradas.
Los compradores latinos representaron el 51,6 % del incremento en la propiedad de viviendas en Estados Unidos entre 2009 y 2019, según NAHREP.
Rubén Díaz, un chileno que hace inspecciones de viviendas para la firma Faro de Maryland, también ha visto disminuida drásticamente su actividad porque “las compañías inmobiliarias no permiten ‘casa a puerta abierta’, y los clientes no pueden visitar las viviendas”.
Díaz se ha tomado “unas semanas de paro” teniendo en cuenta los riesgos para su propia salud y el hecho de que “uno no sabe quién pasó por la casa. Puede haber sido alguien infectado y, aunque uses guantes hay que tocar puertas, conmutadores eléctricos”.
“Es incómodo trabajar con una máscara, aún con la N95”, agregó. “Se empañan los lentes. En resumen, hay incertidumbre a largo plazo, y aunque yo soy optimista en el sentido de que la epidemia amainará a fin de abril, nunca se sabe”, agregó.