México, 19 oct (EFE).-
El frenético día de reuniones en Ciudad de México del secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, con autoridades mexicanas para abordar el flujo migratorio de Centroamérica no disuadió la caravana de miles de hondureños que comenzó a entrar en México con destino a EE.UU.
Pompeo aterrizó a México con un claro mensaje en Twitter dirigido a la caravana que partió hace siete días desde Honduras: “Espero discutir con el presidente (mexicano) Enrique Peña Nieto nuestros esfuerzos conjuntos para frenar la inmigración ilegal que entra en Estados Unidos”.
Tras reunirse con su homólogo mexicano, Luis Videgaray, el funcionario estadounidense declaró que el mayor reto que afrontan ambos países es la “crisis por la cantidad récord de migrantes” provenientes de Guatemala, El Salvador y Honduras.
“El canciller Videgaray y yo hablamos acerca de la importancia de detener este flujo antes de que llegue a la frontera de Estados Unidos y México”, declaró el secretario de EE.UU., cuyo presidente, Donald Trump, ha amenazado con un cierre militar de la frontera con México si no se detiene la “arremetida” de inmigrantes.
Con un tono más conciliador que Trump, Pompeo respetó que México tome sus “decisiones soberanas” en materia migratoria y felicitó al Gobierno mexicano por su iniciativa de pedir “asistencia humanitaria” a la oficina del alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) para “abordar la caravana de migrantes”.
Pero advirtió que la llegada de miles de migrantes a EE.UU. es “un reto que tiene que ver con la soberanía estadounidense” y que las autoridades de ese país aplicarán su “propia legislación”.
Ni las declaraciones de Pompeo ni las de Trump -como tampoco las de distintas autoridades mexicanas, que en días recientes hablaron de deportar a los migrantes que no tengan la documentación requerida- sirvieron para evitar que miles de hondureños atravesaran la valla fronteriza en Guatemala, después de estar durante horas detenidos por las fuerzas de seguridad, y entraran en México.
El río de migrantes ingresó al país desde la guatemalteca ciudad de Tecún Umán después de forzar la valla fronteriza, donde resultaron heridos policías mexicanos a causa de la avalancha de gente, según denunció el Gobierno de México.
La masiva entrada de hondureños que huyen de la crisis e inseguridad de su país tuvo lugar poco antes de que Pompeo mantuviera un encuentro a puerta cerrada con Peña Nieto, con quien abordó la “cooperación de para frenar la inmigración ilegal”.
Previamente, se había reunido con Marcelo Ebrard, designado como próximo canciller mexicano por el presidente electo Andrés Manuel López Obrador, quien subrayó que va a “defender los derechos humanos” de los migrantes cuando asuma la Presidencia el 1 de diciembre.
La posición del Gobierno de México sobre la caravana la dejó clara el canciller Videgaray, quien señaló la importancia del “respeto a los derechos humanos, la dignidad de las personas y la protección a este grupo migrante”, especialmente los grupos vulnerables como niños, niñas, embarazadas y personas de la tercera edad.
“La política migratoria de México la define México, así como la política migratoria de Estados Unidos la define Estados Unidos”, sostuvo el titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Videgaray y Pompeo coincidieron en la necesidad de fomentar el crecimiento económico y la lucha contra la inseguridad para frenar la migración forzada desde Guatemala, El Salvador y Honduras.
Pompeo también aprovechó la visita para pedir “profundizar la cooperación” entre su país y México para combatir el narcotráfico entre ambas naciones y acabar así con la “crisis de opiáceos” que sufre Estados Unidos.