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LINEA 3: ¿QUÉ SIGNIFICA “PROTEGER” PARA NOSOTROS”

Linea 3: ¿qué significa “proteger” para nosotros”

MINNEAPOLIS, MN. Por Amy C. Finnegan; traducido por Irene Domingo

Como madre, sé que mi propósito es proteger y criar las vidas que alumbré. Cada día trato de protegerlas de los peligros que existen en este mundo: les pongo el cinturón de seguridad en el coche, me aseguro de que llevan el casco cuando van en bici, agarro su mano cuando estamos en lugares muy concurridos y las dejo únicamente con adultos en quienes confío.

Asimismo, deseo protegerlas de las preocupaciones que me mantienen en vilo por la noche. Preocupaciones como qué futuro van a heredar ahora cuando la catástrofe medioambiental se nos presenta como algo innegable.

En este momento estas preocupaciones se centran en los daños que está produciendo la construcción de la Línea 3 en Minnesota. Este oleoducto, levantado por la multinacional canadiense Enbridge, pronto transportará 760.000 barriles de arena de petróleo al día desde Alberta, Canadá, hasta Superior, en Wisconsin, EE.UU.

​​El 20 de julio yo y varias docenas de personas nos reunimos en la cabecera del río Mississippi y fuimos testigos de los niveles históricos de sequía, los cuales están amenazando diferentes formas de vida para todos, pero especialmente para los anishinaabe, quienes han cosechado arroz salvaje (manoomin) en esta región durante siglos. En esa ocasión pude ver el impacto que está teniendo la decisión tomada por el Departamento de Recursos Naturales (Department of Natural Resoruces en inglés) de Minnesota de permitir que la compañía Enbridge extraiga cinco mil millones de galones de agua del subsuelo o napa subterránea para la construcción de la Línea 3.

La indiferencia por la vida que presencié, rodeada por la niebla procedente de los fuegos incontrolados de Canadá, me produjo una profunda tristeza. Sentí también más fuertemente que nunca la gravedad de la crisis en la que nos hayamos inmersos; una crisis que está afectando tanto a los ecosistemas, como a los derechos indígenas y sus fuentes de mantenimiento, todo lo cual guarda horribles ecos de los asaltos coloniales pasados y presentes contra los pueblos indígenas pos del beneficio económico siempre.

Parada como estaba allí, pude también sentir las conexiones entre el agua que da la vida a los humedales del norte de Minnesota y mi afán––así como el de otros––no sólo de proteger, sino también de criar y nutrir a nuestros hijos, hijas y otras formas de vida para que la esperanza y el amor puedan crecer en ellas con fuerza. La pregunta que me surgió entonces fue, y sigue siendo:

¿Qué significa criar, nutrir y proteger una vida en estos momentos de crisis?

Líderes indígenas, ambientalistas, científicos y otros miembros de la sociedad preocupados por el medio ambiente ya vieron hace tiempo que esta crisis se avecinaba. Durante más de siete años todos ellos asistieron a audiencias, compartieron sus testimonios, realizaron estudios, cocinaron en encuentros y crearon documentales, canciones y arte con el fin de frenar la construcción de la Línea 3. Gente preocupada toda ella que, en su oposición al oleoducto, cuentan con la sabiduría ancestral y entienden que la protección de toda forma de vida es lo correcto, lo justo y lo necesario.

 

 

 

 

A pesar de todo ello, las agencias de Minnesota aprobaron la Línea 3 y permitieron que la construcción empezara a finales del año pasado. Nos han demostrado así, con sus acciones, que les importa más el beneficio de las compañías y sus élites que la vida natural; que valoran más la riqueza económica que el sustento de los indígenas, cuyas tierras no solo han sido robadas sino que además están siendo ahora perforadas; y que valoran también más dicha riqueza que las vidas de ese y otros grupos marginalizados y afectados desproporcionadamente por el caos climático.

Ese 20 de julio, mientras estaba al final del entablado construido en la carretera Great River en el lugar del primer cruce del río Mississippi por la Línea 3, una mezcla de lodo turbio con desconocidas sustancias químicas (la composición es un secreto, pero se sabe que contamina el medio ambiente y tiene efectos negativos para la salud) que se usan en los procesos de extracción del oleoducto se filtró hasta la superficie de los frágiles humedales de la zona. En ese momento ese era el noveno lugar en el que una fractura y derrame así (frac out en inglés) había ocurrido. Los protectores del agua vieron cómo los trabajadores de Enbridge se movían aceleradamente para controlarlo y ocultarlo.

Amy C. Finnegan trabaja con EqualHealth y es profesora asociada en la University of St. Thomas en el departamento de Justice and Peace Studies.

 

Observaron y grabaron el derrame, recogieron pruebas, oraron, se mantuvieron en el lugar como muestra de apoyo y llamaron a los funcionarios del estado y a las agencias regulatorias.

A juzgar por mis propios desagradables encuentros con los trabajadores del oleoducto y la general falta de supervisión reguladora que ha habido durante la construcción de la Línea 3, me temo que si los protectores del agua no hubieran estado cerca en el momento del derrame, muchos de nosotros todavía no sabríamos acerca del peligroso accidente que tuvo lugar aquel día.

A diferencia de los protectores del agua que han dormido en el campamento Firelight en Clearwater County, yo ni veo, ni oigo los ininterrumpidos y penetrantes ruidos del oleoducto que perfora la tierra todos los días, 24 horas al día. Aun así, me persiguen. Es fácil alejarlos de mi mente mientras ya en las Ciudades Gemelas acuesto a mis hijas. Sin embargo, si como madre enseño a mis hijas a contar la verdad, a respetar a los demás y la Tierra, a reparar los daños hechos y a decir lo que piensan cuando algo no está bien, sé que también debo hacer aquello que predico.

Gracias a líderes indígenas como Gaagigeyaashiik (Dawn Goodwin) y Winona LaDuke, entre otras, he aprendido que nuestras responsabilidades de criar y proteger la vida van más allá de los cuerpos humanos que tenemos más cerca. Todas las vidas, también las de las plantas, los árboles, los microbios, los insectos, los animales, el agua y todo el ecosistema entero merecen nuestro amor y protección. En medio de la bruma del humo, de la sequía y del calor, la urgencia de nuestra crisis climática no podría ser más desgarradora.

¿Qué significa “proteger” para nosotros hoy? Como mínimo, debería emplazarnos a posicionarnos unidos en solidaridad para frenar la Línea 3.

Autora: Amy C. Finnegan trabaja con EqualHealth y es profesora asociada en la University of St. Thomas en el departamento de Justice and Peace Studies.
Traductora: Irene Domingo es profesora asistente en la University of St. Thomas en el departamento de Modern and Classical Languages.


 



 


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