MINNEAPOLIS, MN
En diciembre de 2020, la familia Fierro, de Yuma, Arizona, comenzó a tener una racha de mala suerte médica.
Ese mes, a Jesús Fierro lo internaron con un cuadro grave de covid-19. Pasó 18 días en el Yuma Regional Medical Center. Perdió 60 libras y volvió a su casa débil y cargando un tanque de oxígeno para respirar.
Luego, en junio de 2021, su esposa, Claudia, se desmayó en un restaurante. La trasladaron en ambulancia al mismo centro de salud en donde había estado su esposo. Le dijeron que sus niveles de magnesio estaban bajos y la enviaron a casa en menos de 24 horas.
La familia tiene seguro de salud. Pero la cobertura no los protegió de acumular una deuda de miles de dólares.
Entonces, cuando su hijo Jesús Fierro Jr. se dislocó un hombro, el matrimonio optó por no buscar atención en los Estados Unidos, y se dirigió al sur, a la frontera con México.
Así, evitaron que llegara otra cuenta, al menos para uno de los miembros de la familia.
Los pacientes: Jesús Fierro Sr., de 48 años; Claudia Fierro, de 51; y Jesús Fierro Jr., de 17.
La familia tiene seguro de salud de Blue Cross Shield of Texas a través del empleo de Jesús Sr. en NOV Inc., una compañía petrolera internacional.
Servicios médicos: Para Jesús Sr., 18 días de hospitalización por una infección grave por covid. Para Claudia, menos de 24 horas de atención de emergencia luego de un desmayo. Para Jesús Jr., la atención en un consultorio por un hombro dislocado, sin cita previa.
Cuentas: A Jesús Sr. se le cobró 3.894,86 dólares. La factura total fue de 107.905,80 por el tratamiento de covid. A Claudia se le cobró 3.252,74. La factura total fue de 13.429,50 por menos de un día de atención. A Jesús Jr. se le cobró 5 dólares (unos 100 pesos mexicanos) por una visita ambulatoria.
Proveedores de servicios: Yuma Regional Medical Center, un hospital sin fines de lucro de 406 camas en Yuma, Arizona. Está en la red del plan de los Fierro. Y un doctor que tiene un consultorio privado en Mexicali, México, que obviamente no está en la red.
Análisis de situación: Los Fierro quedaron atrapados en una situación en la que se encuentran cada vez más estadounidenses. Tienen seguro, en este caso a través del trabajo de Jesús Sr., quien gana 72,000 anuales. Pero su plan de salud es costoso, y no tienen la liquidez —el efectivo o dinero en el banco— para pagar su “parte” de la factura.
El plan médico de los Fierro dice que su máximo de gasto de bolsillo es 8,500 dólares al año para la familia. Y en un país donde incluso un paso rápido por una sala de emergencias se factura a una suma asombrosa, eso significa que un contacto mínimo con el sistema de salud pueden consumir prácticamente todos los ahorros disponibles de la familia, año tras año.
Los Fierro están pagando la factura de Jesús Sr. en cuotas —$140 al mes— y todavía deben más de 2,500 dólares.
En 2020, la mayoría de las aseguradoras acordaron no cobrar los pagos de costos compartidos para el tratamiento de covid-19 después de la aprobación de los paquetes de ayuda federales que proporcionaron fondos de emergencia a los hospitales.
Pero, según la ley, dejar de lado los costos del tratamiento era opcional. Y aunque Blue Cross Blue Shield of Texas tiene en un sitio de internet una síntesis de su política que dice que renunciaría a cobrar los costos compartidos hasta fines de 2020, la aseguradora no hizo eso con la factura de Jesús Sr.
El 1 de enero de 2021, el deducible y el gasto máximo de bolsillo de los Fierro se restableció. Entonces, cuando Claudia se desmayó —algo bastante común y que rara vez indica un problema grave— y fue trasladada en ambulancia a la sala de emergencias, los Fierro se toparon con otra factura de más de 3.000.
Este tipo de cuentas implican un gran estrés para la familia estadounidense promedio; menos de la mitad de los adultos tienen suficientes ahorros para cubrir un gasto inesperado de 1.000. En una encuesta reciente de KFF, las “facturas médicas inesperadas” ocuparon el segundo lugar entre las preocupaciones presupuestarias familiares, detrás del precio de la gasolina.
La factura médica por el desmayo de Claudia desestabilizó el presupuesto familiar. “Pensamos en pedir un segundo préstamo sobre nuestra casa”, dijo Jesús Sr., oriundo de Los Ángeles. Cuando llamó al hospital para pedir asistencia financiera, “me dijeron que podía presentar una solicitud, pero que solo reduciría la factura de Claudia en 100″, dijo.
Entonces, cuando Jesús Jr. se dislocó el hombro jugando a luchar con su hermano, su papá le preguntó: “¿Puedes soportar el dolor por una hora?”. El adolescente respondió: “Sí”.
Padre e hijo hicieron el viaje de una hora a Mexicali, México, a la oficina del Dr. Alfredo Acosta.
Los Fierro no se consideran “turistas de salud”. Jesús Sr. cruza la frontera a Mexicali todos los días por su trabajo, y Mexicali es la ciudad natal de Claudia. Hace años que viajan al barrio conocido como La Chinesca para ver a Acosta, un médico generalista que ha tratado el asma de su hijo menor, Fernando, de 15 años. El tratamiento para el hombro dislocado de Jesús Jr. fue la primera vez que buscaron atención de emergencia en México.
Aunque los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) no respaldan viajar a otro país para recibir atención médica, los Fierro se encuentran entre los millones de estadounidenses que lo hacen cada año. Muchos de ellos escapando de la costosa atención en los Estados Unidos, incluso teniendo seguro médico.
Resolución: Tanto Blue Cross Blue Shield of Texas como Yuma Regional Medical Center se negaron a discutir las facturas de los Fierro con KHN, a pesar que firmaron permisos por escrito. Enviaron comunicados de prensa afirmando que “entienden la frustración” y que “solicitar apoyo financiero comienza con una solicitud”.
Los Fierro planean hacerlo. “Pagamos una prima mensual de 1.000 por nuestro seguro a través de mi empleo”, agregó Jesús. “No deberíamos tener que vivir con este estrés”.
La conclusión: Tenga en cuenta que el “medidor” de su deducible comienza de nuevo cada año y que prácticamente cualquier atención de emergencia puede generar una factura de miles de dólares. También recuerde que siempre puede presentar su caso al hospital y pedir ayuda.
Para los procedimientos electivos, los pacientes pueden seguir el ejemplo de los Fierro. Recientemente, le dijeron a Claudia que tenía una úlcera y que debía hacerse una endoscopía. La familia ha estado llamando a diferentes centros y descubrió una diferencia de hasta 500 dólares, dependiendo del proveedor. Pronto conducirán a un centro médico en el Valle Central, en California, a dos horas de casa, para el procedimiento.
Los Fierro ni siquiera consideraron regresar a su hospital local. “No quiero decir ‘hola’ y recibir una cuenta de 3,000”, bromeó Jesús Sr.