MINNEAPOLIS, MN. Por Marco Dávila.
En Estados Unidos donde todos somos inmigrantes excepto los nativoamericanos, su democracia, su gobierno, sus instituciones y su sistema burocrático, le colocan la bendita etiqueta de “ilegales” a millones de personas, cuando los mal llamados “ilegales”, verdaderamente, mueven la economía de este país, hacen más rico al rico, dan más color a la cultura estadounidense, y, aunque sea difícil ver para algunos, aseguran la supervivencia de Estados Unidos como líder mundial, económica, armamentística y políticamente. Y eso no lo digo yo, lo dice el mismísimo Ronald Reagan, símbolo republicano.
Escapar de la pobreza existente en tu pueblo no debería convertirte en un criminal; buscar una alternativa al desempleo y la inseguridad, huir de un país con un gobierno criminal y corrupto (como el gobierno mexicano, solo por dar un ejemplo) no es un crimen. Lo que sí es un crimen es encerrar niños inocentes; dejar morir a un niño en un “centro de detención” (eufemismo estadounidense), eso sí es ilegal; dejar morir a una mujer embarazada y a su bebé en un centro de detención, eso sí es ilegal; matar personas por la espalda mientras huyen de la migra, eso sí es ilegal; la intervención estadounidense en los asuntos de otras naciones, eso sí es ilegal; negarle entrada a EEUU a una persona amenazada de muerte en su país, eso sí es ilegal; jugar con las vidas de los niños, drogarlos a la fuerza, crearles traumas y, ante la ausencia de sus padres, exponerlos a diversos peligros, eso es ilegal e inhumano.
El Departamento de Seguridad de EEUU no tiene autoridad moral para cuidar a los niños que ellos mismos han separado de sus padres. ¿Quién pagará los daños en caso de que un niño muera en custodia? ¿Y si los niños caen en manos de abusadores, de violadores, de racistas? Uno de los grandes peligros para los niños es de que están expuestos al abuso de poder de la migra.
Estos son tiempos para luchar contra el monstruo de la Casa Blanca.
Hay que luchar por la abolición de la migra.
Hay que luchar contra la oleada de redadas y deportaciones injustas. Hay que luchar por la regularización de millones de mal llamados “ilegales”. Hay que luchar, en cualquier parte del mundo, en contra de la criminalización de seres humanos inocentes.