SAINT PAUL, MN
Con la presentación del reporte de la comisión de inteligencia del senado estadounidense, la CIA ha quedado expuesta al emplear técnicas de interrogatorio que han violado derechos humanos fundamentales. Dicho reporte era esperado por el presidente Barak Obama bajo la perspectiva de que serviría para cerrar el debate sobre la brutalidad empleada por la CIA, y en cambio ha abierto una nueva discusión en torno a la capacidad del presidente al intentar saltar los obstáculos que ha encontrado al intentar mover al país más allá de lo que el mismo ha descrito como los temerosos excesos de la era posterior al 9-11.
A pocas horas de que el reporte fue presentado el pasado martes, Obama y uno de sus más cercanos asesores presentaron lo que parece ser una serie de conclusiones al respecto. El presidente ha dicho que la investigación hecha por el Comité de Inteligencia del Senado ha revelado acciones “contrarias a nuestros valores.” El director de la CIA, John Brennan, respondió señalando que las mismas técnicas que han sido denunciadas, han ayudado en salvar vidas.
El poco común desacuerdo político entre un presidente y un oficial de alto rango de seguridad nacional, subraya los retos que Obama enfrenta en tanto trabaja para concluir la guerra en Afganistán, iniciar una nueva en Siria e Irak, y descubrir muchas de las controvertidas políticas implementadas como consecuencia de los ataques del 11 de septiembre del 2001. Como podremos recordar, en ese tiempo el entonces presidente George W. Bush autorizó a la CIA a capturar, detener e interrogar a quienes se consideraran sospechosos de militar en Al Qaeda. Miles fueron capturados e interrogados, y ello ha sido cuestionado durante la presidencia de Obama, llegando a suspender cualquier iniciativa relacionada con ello.
Brennan, quien ha sido acaso el asesor en seguridad nacional de mayor confianza de Obama, tendrá un relevante rol en la aplicación de la estrategia presidencial en contra del Estado Islámico y en configurar el argumento político para cerrar la prisión militar en la Bahía de Guantánamo en Cuba, siendo ambos considerados como la herencia de Obama en política internacional. Sin embargo, algunos reportes señalan que Brennan está coqueteando con aliarse con los miembros republicanos del senado, defensores de los métodos aplicados, y que podría significar un gran triunfo para ellos al debilitar la figura presidencial. La lealtad de la CIA estará a prueba en los próximos días.
Mientras ello queda expresado, y en miras a las próximas elecciones presidenciales, el reporte de la comisión ha puesto las aspiraciones a la presidencia de los miembros republicanos en pausa, a la expectativa de lo que ha de ocurrir. Es el caso de Chris Chsitie, gobernador de Nueva Jersey, quien hoy se rehúsa a revisar las políticas de tortura en el caso, y que en el 2002, siendo el fiscal federal en el estado, denunció enfática e inesperadamente los métodos empleados para obtener evidencia y testimonios.
“No puedo creerlo, dada la historia de este país, que sin importar el riesgo que exista para nuestro país, no es posible justificar el que protejamos nuestras libertades para extender lo que buscamos enseñar, usando la tortura como forma de obtener la evidencia que buscamos. Se tiene que mantener la cabeza fría en tiempos de crisis para evitar llegar tan lejos.”
Con ello, la mayoría de los posibles candidatos presidenciales han guardado silencio ante el debate abierto con el reporte de la comisión de inteligencia, que ha evidenciado que las prácticas criticadas por Christy han sido practicadas hasta ahora, ilustrando lo delicado que es la política en el plano de la seguridad nacional.
Para Hillary Clinton, el panorama parece ser diferente: tendrá que balancear su deseo de ser dura en materia de seguridad nacional en contra de la presión del ala radical de su partido, para no solo condenar las grotescas tácticas, pero también para castigar a los responsables.
La política nacional se ve tocada por el reporte, y tendrá mayores repercusiones al paso del tiempo.
