MINNEAPOLIS, MN
Si eres de las personas que se jactan de decir que pasan N cantidad de horas laborando inagotablemente, porque piensas que eso te hace un trabajador profesional y exitoso, te tengo una noticia: estás cavando tu propia tumba.
Es aterrador que nuestra sociedad aún reniegue de una gran verdad: la cultura corporativa del trabajar sin descanso, es la que ha desbordado una crisis de empleados quemados a nivel global. De esto, las redes sociales tienen gran culpa, pues se ha visibilizado la necesidad de mostrarnos siempre ocupados, exitosos, y que en nuestra apretada agenda no cabe ni un alfiler.
Esta mentalidad de buscar compararnos constantemente con lo que hace el otro, de hacer de nuestras redes sociales un elogio al burnout, y de maximizar hasta el trabajo más pequeño que hacemos, ha hecho que despreciemos el valor de situaciones en nuestra vida diaria, que son tan importantes para nuestra salud y bienestar, como esos encuentros casuales con amigos, o esas cortas caminatas a media tarde.
Nos empecinamos en hacer malabares, en volvernos toderos y llenar nuestras agendas a tope, rogamos porque nuestro día fuese de 50 horas para poder abarcar todas las tareas pendientes, mientras aceptamos más cosas de las que podemos manejar realmente, por temor a decepcionar a las personas que nos piden favores, sin caer en cuenta del enorme peligro al que estamos exponiendo nuestra salud.
Creemos que, si nosotros no damos siempre un paso adelante, entonces nadie más tomará las riendas de algunos proyectos laborales, sumando más presión de la que ya tenemos con nuestras propias tareas, porque a fin de cuentas; tenemos la errada percepción de que si nuestra jornada laboral no es extensa y agotadora, entonces no estamos avanzando en nuestra carrera profesional. Error garrafal.
Hay que trabajar en cambiar la percepción del trabajo, para la cual usamos equivocadamente la palabra “sacrificio”, porque muchas veces no caemos en cuenta que lo que estamos sacrificando justamente es nuestra salud. ¿Vale la pena? Yo creo que no, pues el precio a pagar es muy alto.
Debemos aprender a construir límites a favor de nuestra salud física y mental. Cuando llevamos nuestra rutina de vida al límite para romperlos, por lo general; las personas experimentan un evento traumático, que es lo que verdaderamente les hace detenerse, cuando ya es verdaderamente tarde. Por favor, no llegues hasta ese punto.