Tijuana (México), 14 nov (EFE).-
Aproximadamente 800 migrantes centroamericanos han llegado a la fronteriza ciudad mexicana de Tijuana con el propósito de solicitar asilo en Estados Unidos, y para el viernes se espera la llegada de al menos 2.000 más en autobuses, dijeron autoridades federales a Efe.
De los extranjeros que han llegado de forma paulatina a esta ciudad del noroeste de México, un puñado pasaron la noche a la intemperie en la zona de Playas de Tijuana, una área residencial adyacente a Estados Unidos.
Allí padecieron bajas temperaturas y fuertes vientos con rachas de hasta 96 kilómetros por hora, según el reporte de Protección Civil Municipal.
Del lado estadounidense se ha reforzado la seguridad, se han cerrado algunos accesos en las garitas que conectan Tijuana y San Diego, y se desplegaron más elementos de las fuerzas armadas.
Estos soldados forman parte de los 5.600 que la Administración de Donald Trump envió a Texas, Arizona y California para colaborar con las autoridades migratorias cuando lleguen las caravanas.
Por la mañana un migrante guatemalteco saltó la valla fronteriza y de forma pacífica se entregó a agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, que lo llevaron bajo arresto. No se dio a conocer su identidad.
Este miércoles una gran cantidad de estos migrantes, procedentes principalmente de Honduras, se volvieron a reunir en la zona de playa, y alrededor del mediodía había entre 250 y 300, contando a mujeres y niños.
El resto se mantenía en albergues del Ejército de Salvación, Movimiento Juventud 200, Embajadores de Jesús en el Cañón de Los Alacranes y en la Viña de Tijuana, todos situados en diferentes zonas de la ciudad y manejados por organizaciones de la sociedad civil.
Olimpo Hernández, representante del Consejo Estatal del Migrante, comentó que se está preparando un espacio para atender a los miles de extranjeros que se supone estarán por tiempo indefinido aquí, aunque no precisó dónde se encuentra ese sitio.
En declaraciones a Efe los centroamericanos señalaron que se mantendrán a la espera de quienes están por arribar para determinar en conjunto las acciones a seguir y para que las autoridades no los puedan deportar.
Grupos de ciudadanos están llamando a través de las redes sociales para realizar una manifestación el próximo domingo en una de las principales intersecciones de la ciudad para exigir a las autoridades que saquen de la ciudad a los extranjeros, amenazando que, de no hacerlo, tomarán medidas ellos mismos.
Estos migrantes forman parte de una primera oleada de migrantes que partieron el 13 de octubre de San Pedro Sula, Honduras, e ingresaron a México seis días después desde Guatemala.
Son en total alrededor de 4.000 personas, la mayoría de las cuales aún avanzan en distintos grupos por el noroeste de México hacia Tijuana.
Una mayoría de integrantes de una segunda caravana de hondureños permanece en Ciudad de México, donde, según el último corte de las autoridades capitalinas son unas 1.200, que descansan en un complejo deportivo en el oriente de la capital.
La capital, como buena parte del centro y norte del país, vive desde este miércoles un frente frío y una tormenta invernal que ocasiona lluvias y bajas temperaturas.
Los migrantes, acampados en la ciudad deportiva Magdalena Mixhuca, permanecen a la espera de que amaine el temporal durante las próximas horas o días para dejar Ciudad de México y retomar su travesía a través de la misma ruta emprendida por la priemra caravana.
Organizaciones humanitarias repartieron ropa, cobijas y mascarillas entre los miembros de la caravana, muchos de ellos afectados por la tos y los temblores causados por los 7 grados de temperatura a los que despertó la capital mexicana.
“Nos topamos con una epidemia que es la tos, todo el mundo tiene tos, con este clima la tos se está revolviendo. Sí sentimos algo pesado el clima”, contó a Efe Jorge Roberto, quien hace 27 días que partió de Honduras.
Otros 2.000 migrantes, procedentes en su mayoría de El Salvador, se encuentra más lejos del sueño americano y avanzan todavía por el oriental estado de Veracruz, donde centenares de ellos son ayudados por el sacerdote y activista Alejandro Solalinde.
Una cuarta caravana, también de salvadoreños, está dividida entre los estados de Oaxaca y Veracruz. Se estima que la integran unas 1.800 personas.