MINNEAPOLIS, MN
Cuando se tiene la suerte de viajar a lo largo de los Estados Unidos, es común identificar símbolos icónicos de cada una de las ciudades que se visitan. En Seattle, la Aguja Espacial; en Nueva York, la Estatua de la Libertad, en Chicago, y acaso muy recientemente, El Frijol (en el Parque Milenio), por citar tan solo algunas. Piezas artísticas, que de alguna forma caracterizan el espíritu de cada una de las ciudades. Incluso la idea puede extrapolarse y llegar al extranjero: La Torre de Pisa, La Torre Eiffel, La Fuente de las Cibeles, La Puerta de Brandemburgo, El Cristo Crucificado… ¡Ah! Y en Minneapolis, ¡La Cuchara con Cereza, por supuesto!
Pero en todos los casos, dichas expresiones artísticas son sólo una representación simbólica. En Nueva York, es común también pensar en los miles de pintores que asientan sus cabestrillos en Parque Central, e intentan, con resultados diversos, reproducir la vida cotidiana del parque desde sus perspectivas singulares y tan distantes. Ese es el caso de Minneapolis también, en donde es posible encontrarse al paso con miles de expresiones artísticas que son la expresión de otras tantas miles de miradas y concepciones, artistas locales o quienes temporalmente se encuentran en las Ciudades Gemelas.
En el año 2008, un reportaje publicado por el diario Star Tribune, dio cuenta de la creatividad puesta al servicio de los sedientos corredores o caminantes en Minneapolis. Diseños caprichosos, costosos acaso (medio millón de dólares), y que no tienen uso alguno la mitad del año. Así lo entendía, por ejemplo, Tim Gihring, ex presidente de la Comisión de Artes de Minneapolis. Y acaso muchos así lo entiendan: el arte es un tanto sucio, a veces difícil de aceptar; sin embargo, el público que camina por las calles, que asiste a los museos, es muchas ocasiones igualmente sucio, con muchos sinsentidos que ofrecen interpretaciones diferentes. Pero, en general, expresiones artísticas de ese modo, espontáneas, imaginativas, creativas, dan cuenta de una ciudad dinámica y en movimiento.
La Alcaldesa Betsy Hodges enfrenta ahora serias dificultades para justificar el reorientar la asignación de dinero previamente aprobado de 500 mil dólares para el mantenimiento y la creación artísticos, al presentar su presupuesto para el año 2015, en audiencias públicas hoy (18 de noviembre), y 10 de diciembre. En esta propuesta, se considera la posposición de trabajos de conservación de unas 60 obras artísticas populares, que incluían la inclusión de expresiones de arte en las construcciones de la calle 29, el Parque Webber, el puente peatonal de la calle 40, sobre la I-35W, y otros similares. Un evento similar jamás había ocurrido en los últimos 30 años de programas de arte público en Minneapolis, incluso aun durante la gran depresión.
La alcaldesa se encuentra ahora con dificultades para defender su proyecto, en perjuicio de una historia que coloca a Minneapolis hoy como una de las ciudades con mayores expresiones artísticas en el país. Incluida la estatua que Botero donó generosamente y que se puede admirar en la calle Washington, frente a la oficina Depot, y que Kristin Cheronis recientemente rescató de la corrosión que amenazaba con dañar la estatua de bronce. Por fortuna, el concepto de vida asociada a manifestaciones de arte, continuará vivo, gracias a la participación de fuentes externas al gobierno, como Ford, Mellon, Rockefeller, el Banco de América, MetLife y el National Endowment for the Arts. En cierta forma, reviviendo el momento que dio a luz un dinamismo auténtico e icónico que seguirá definiendo a Minneapolis como el sueño creativo en el que arquitectos, ingenieros y artistas trabajarán juntos para lograr una vista única y atractiva, tal y como comenzó en los años 70s.