CIUDAD DE MEXICO
Colores, sabores y texturas enaltecen la gastronomía mexicana en la exposición “Festín de sabores. Banquete mexicano” del Museo Nacional de Arte (Munal) de la Ciudad de México, donde se reúne obra pictórica y escultórica que marca un precedente en el estudio del trabajo artístico dedicado a la comida nacional.
“No hay libros de historia del arte (sobre comida) en México, acá puedes ver ‘Las coles’ maravillosas de José Clemente Orozco solo si lo revisas a él, o si vas a un libro de cocina, pero que estéticamente se haya hablado de las pinturas que se han producido (en el país) sobre comida no”, asegura en entrevista con Efe la curadora de la exposición Estela Duarte.
Bajo esa preocupación, la exhibición que Duarte considera un “megaproyecto”, propone un primer acercamiento estético a algo tan cotidiano como la comida, pero la labor fue todo un reto y confiesa que la responsabilidad de orquestarlo se sintió como “cargar el Calendario Azteca”.
“Festín de sabores. Banquete mexicano” está compuesta por casi 300 piezas provenientes de al menos 70 colecciones privadas e institucionales en donde artistas -en su mayoría mexicanos- reproducen, reinterpretan y reimaginan la gastronomía del país, que desde el 2010 fue nombrada como Patrimonio Cultural Inmaterial por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO por sus siglas en inglés).
Organizada en seis núcleos temáticos, la exhibición explora temas como la historia de la comida, el cultivo de los alimentos y su comercialización en mercados, las cocinas y la intimidad de las alacenas, bodegones con diversos platos tradicionales, dulces y artesanías mexicanas, el encuentro humano que esta provoca y sin un orden cronológico explora la gastronomía desde la época prehispánica, hasta la actualidad con la comida rápida y procesada industrialmente.
“Este es un tema fácil, llevadero, que no se necesita saber de historia del arte o ser un especialista para entenderlo. (…) Es inherente a nosotros, es lo que comemos, son nuestras costumbres, desde ir al mercado, hasta comer pizza, es un tema que necesitábamos”, dice convencida Duarte.
VISIBILIZAR LA DIVERSIDAD
De Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Chávez Morado a Telésforo Herrera, Elena Clement o Humberto Limón, la muestra brilla por la diversidad de artistas plásticos y de piezas que la habitan, creando así interesantes diálogos entre personalidades muy populares con las menos nombradas así como entre las diferentes épocas históricas, estilos y corrientes de cada pintor.
“Lo importante fue darles un lugar a muchos artistas que han estado adormecidos, que no se han volteado a ver, Luis Sahagún, Alfonso X. Peña con los mercados, Marysole Wörner Baz con ese cuadro de panes, porque sí hay nuevos nombres, nuevos cuadros. (…) Esta exposición es fresca de tema, novedosa de obra y de innovación”, ahonda Estela.
En el recorrido, los asistentes también se pueden encontrar con fotografías de momentos históricos como cenas a las que asistieron personalidades importantes en la política mexicana como el expresidente Francisco I. Madero (1911-1913), o reuniones de intelectuales como el pintor Dr. Atl junto al escritor Carlos Pellicer, Susana y Fernando Gamboa, Jorge Enciso y Roberto Montenegro, por mencionar algunos.
Y entre los curiosos archivos documentales también están algunos menús históricos de banquetes ofrecidos por expresidentes como Benito Juárez o Porfirio Díaz, o unos menos institucionales como el que diseñó con humor José Chávez Morado para una cena ofrecida al político y coleccionista Marte R. Gómez.
Con esta exposición, Estela reitera que México es un país que ha dado grandes aportaciones al mundo en cuestiones de arte.
“El día que se acabe el arte popular se acaba el alma de México, el arte popular es su alma, es la expresión plástica de todo”, finaliza la curadora.