DENVER, CO
La “insaciable demanda” de una mayor cantidad de marihuana recreativa y medicinal en Estados Unidos, con ventas superiores a 13.000 millones de dólares anuales, ya produce más gases del efecto invernadero que las minas de carbón, revela un estudio nacional difundido este lunes por la Universidad Estatal de Colorado (CSU).
Según el reporte, considerado el más detallado hasta la fecha, el cultivo de marihuana dentro de edificios (en muchos estados el cultivo al aire libre está prohibido) crea tanto gas del efecto invernadero por el uso de maquinaria para regular temperatura, humedad y ventilación de las plantas que iguala y en ciertos estados supera a los gases generados por la extracción de carbón.
Por ejemplo, en Colorado, donde la venta legal de marihuana recreativa comenzó en enero de 2014, la producción de dióxido de carbono (CO2) por la industria de la marihuana llega a 2,6 megatoneladas al año, mientras que las minas de carbón generan unas 1,8 megatoneladas anuales.
En los otros estados donde la marihuana es legal, las emisiones de CO2 por el cultivo de marihuana se ubican entre las 2,3 y las 5,2 megatoneladas por año, con los estados del Medio Oeste del país y Alaska, junto a Colorado, como los principales responsables de esas emisiones.
“Sabíamos que las emisiones iban a ser grandes, pero dado que previamente no habían sido cuantificadas, identificamos este tema como un espacio para una gran oportunidad de investigación”, comentó Hailey Summers, alumna de posgrado en el
Departamento de Ingeniería Mecánica de CSU y directora del estudio, supervisada por el doctor Jason Quinn.
Summers, Quinn y el científico Evan Sproul, de la misma universidad, concluyeron que el entendimiento del impacto ecológico de las plantaciones de marihuana dentro de edificios aún es “limitado” y que, dado que cada año más estados legalizan la marihuana (ya son 36), el impacto de esa industria en las emisiones de CO2 seguirá creciendo.
Eso se debe, dijeron, al uso de electricidad y gas natural para controlar el “ambiente interior” donde se cultiva la marihuana, proceso que por lo general utiliza luces de alta intensidad y un suministro de CO2 para acelerar el crecimiento.
En cuanto al uso de la electricidad, por ejemplo, datos del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de Denver revelaron que el consumo de electricidad en la capital de Colorado dedicado al cultivo de marihuana creció de menos de 1 % en 2013 al 4 % en 2018, año más reciente con estadísticas completas.
Eso se debe a que, por ley, la marihuana debe cultivarse en sitios cercanos a los dispensarios donde luego será vendida, lo que produce una acumulación de cultivos de interior en áreas urbanas en un estado donde la calefacción es prioritaria. En otros estados, como Florida, con otras leyes y otras necesidades (deshumidificación), el consumo de electricidad es distinto.
La meta del estudio es realizar otro análisis comparando las ventajas y desventajas de cultivar marihuana al aire libre o dentro de edificios y, de esa manera, ayudar a que la industria de la marihuana asuma su responsabilidad por el medioambiente “cuando todavía es una industria relativamente nueva”.
Eso se lograría si se permitiese el cultivo en viveros, si se actualizase el equipo de cultivo para hacerlo “inteligente”, y si se desmantelasen las operaciones ilegales de cultivo que, por usar generadores diésel, contaminan más que las operaciones legales.
Si esas medidas se implementasen, en Colorado la emisión de CO2 por la industria de la marihuana bajaría hasta 0,6 megatoneladas, dice el informe.
“Queremos tratar de reducir el impacto medioambiental antes de que sea algo que forme parte de la manera de hacer negocios”, puntualizó el reporte.