SAINT PAUL, MN
Para los aficionados al fútbol, una discusión constante se centra en la calificación de quienes han de ser los mejores jugadores del mundo entero. El botín de oro, el balón de oro, la acumulación de títulos para sus equipos, la participación y éxito en torneos internacionales, así como las actuaciones que cada uno tenga en los torneos en los que participen con las selecciones de sus respectivos países, son todos elementos que hoy colocan unos pocos nombres que pueden ser considerados con dicho privilegio.
En un mundo globalizado, las figuras de Cristiano Ronaldo, como salido de una revista de modas, y la de Lionel Mesi, se erigen como los únicos merecedores de la categoría de “el mejor del mundo.” Y, entonces, emergen nombres que pueden sonar como secundarios, entre quienes están el mismo Gareth Bale, o Karim Benzema, jugando con el mismo Real Madrid, o bien Luis Suárez, o Zlatan Ibrahimovic, o incluso Sergio, el Kun, Agüero, o André Iniesta, o bien Paul Pogba. Todos ellos, que han llenado las planas de los diarios deportivos, cuando que sus traspasos o valoraciones millonarias llevan a pensar en situaciones sinsentido que cuestionan por qué no mejor invertir en beneficio de muchos, y no en la quimera que representa un jugador de fútbol.
¡Ah! Y entonces aparece el nombre de Neymar.
La estrella brasileña en torno a quien se especula podría ser quien destrone al portugués y al argentino, quienes juntos son valorados en 256 millones de euros (con Mesi, tasado en 148 millones, y Ronaldo en 108). Y dejaría fuera de competencia a Luis Suárez (valorado en 102 millones de euros), Bale (82) y el colombiano James Rodríguez (65).
Hoy Neymar, un jugador con magia, espectacular, y que se ha señalado insistentemente como el futuro mejor jugador del mundo, y la máxima esperanza de la selección brasileña, si no es que de la nación entera, para que la verde-amarelha vuelva a ganar un campeonato mundial, es también el jugador más famoso. Y es que aun antes de que den comienzo las temporadas correspondientes en las diversas ligas europeas, Neymar se ha convertido en el jugador de fútbol más costoso en la historia.
Ante su inminente traspaso del Barcelona al Paris Saint Germain, la transacción podría sumar hasta 220 millones de euros. Una cifra muy superior a lo que el equipo inglés, Manchester United, habría desembolsado por Paul Pogba (120 millones).
Para los aficionados, estas transacciones se convierten en asuntos complejos, que reconfiguran el gusto por el deporte, y se convierte en un escaparate para mostrar gemas costosas, que redimensionan el sentido del juego en equipo, y se convierte en una serie de equipos que deben jugar para el lucimiento de sus estrellas. Y mientras más costosas dichas estrellas, más poderoso será el equipo que las tenga.
En tanto que el fútbol es un juego de conjunto, en el que las individualidades refuerzan el rendimiento en general, con estos movimientos el deporte mundial por excelencia se convierte en un mundo de cristal, tan endeble como pueda ser la resistencia de sus costosas estrellas, que continuarán brillando, sin duda, y que reforzarán la tendencia de que lo más importante es contar con jugadores costosos, antes de establecer un compromiso verdadero entre aficionados y clubes de fútbol.
Basta la negativa de Neymar a siquiera responder a las múltiples preguntas de los representantes de la prensa, como si los aficionados no merecieran una explicación; ahí están quienes han llegado a pagar hasta 120 euros por un jersey del Barcelona con el número 11 y el apellido de Neymar.
En contraste, en Paris, habrá quien pague incluso más por los mismos recuerdos, ahora con el color blanco del nuevo equipo, no sabemos por cuanto tiempo. El fútbol de hoy, un cuento de hadas en donde los jugadores fantásticos duran una quimera.
LA turning up! ???⚽️ thank you, East Los, for an incredible Night. #NeymarLive #NJRmixtape @Nikela @nikefootball pic.twitter.com/QMVJL8h7VR
— Neymar Jr (@neymarjr) June 8, 2017