SAINT PAUL, MN
No, no fueron los comunistas, ni los socialistas, ni los antifascistas, ni los indocumentados, fueron los de las gorritas rojas.
A tan solo un día después de que asegurara que “nunca lo haré, jamás aceptaré mi derrota”, Trump finalmente aceptó su derrota. Y lo tenía que hacer, claro, por medio de la que fue su red social favorita, Twitter. Trump no solo ha sido doblegado y obligado a reconocer a Joe Biden como el presidente entrante, sino que ya se exige: renuncia o destitución.
Si en las semanas anteriores la tenía muy difícil para intentar “revertir” los resultados de las elecciones, hoy, después de que sus seguidores, en un acto terrorista, atacasen el Capitolio de Estados Unidos, el escenario se le torna aún más complicado.
Todo le ha salido mal en el inicio de año. A comienzos de enero, Trump sufrió por enésima vez una derrota cuando el Congreso reconoció la victoria de su oponente, Biden. Las circunstancias lo han rebasado, la situación se le ha salido de control. Además de ya ver perdido su intento de reelección, Trump se ha convertido en el primer gran censurado de las redes sociales. Sus cuentas de Facebook, Twitter e Instagram han quedado suspendidas (si estuvo bien o no estuvo bien la censura de un presidente que incitó a la violencia, ese es un tema que va a dar para mucho).
Se le han acabado las opciones legales, la única opción que le queda es la vía ilegal y violenta. Así que mientras no llegue el 20 de enero, Trump y sus seguidores tienen siempre la posibilidad (y las ganas no les faltan) de realizar un último intento de golpe de Estado. Pero a estas alturas tienen todas las de perder.
En medio de la tensión nacional desatada a principios de 2021, Trump aún sigue teniendo unos días para intentar lo imposible, o sea, de algún modo, mantenerse en el poder. Le queda ya muy poco tiempo para seguir alimentando al trumpismo con falsas esperanzas, y ahora buena parte de sus energías las tendrá que dedicar a su defensa legal.
Sabiendo de que Trump no es el tipo de persona que podríamos esperar que renuncie voluntariamente, ¿hará un último llamado al uso de la violencia? No hay que descartar nada. Aunque ya falta muy poco para el 20 de enero, nadie debería de confiarse.
Pero, por ahora, sea cual sea su próximo movimiento, parece que Trump está acorralado.
Marco I. Dávila C