SAINT PAUL, MN.
Hay al menos dos docenas de personas en St. Paul’s North End que han obtenido permisos para portar un arma en respuesta al aumento de crimen en este verano en este sector de la ciudad.
El vocero de la policía de St. Paul, Steve Linders, dijo que la policía también está intensificando las patrullas.
“Patrullando en el área con tantos oficiales como sea posible, usando más oficiales en bicicleta para aumentar la presencia y ahora hay un patrullero dedicado enteramente a responder a los disparos en el área”, dijo Linders.
El área de North End, que ha visto un salto poco habitual en el crimen de verano, se encuentra principalmente entre Front y Larpenteur Avenues y 35E y Dale Street.
La propietaria de Tin Cup, Gidget Bailey, le dijo a los medios de comunicación que obtuvo un permiso para llevar un arma y la mitad de su personal hizo lo mismo para poder tener dos o tres miembros armados cada noche mientras su restaurante está abierto.
“Es una pena que haya llegado a esto”, dijo Bailey. “Pero, cuando tienes que hacer esto para asegurarte de tu propia seguridad, en una situación de vida o muerte, mientras haces una vida honesta en el trabajo es patético, simplemente patético”.
Bailey dijo que nació y se crió en el North End de la ciudad y que su lucha contra la violencia en los últimos años es difícil para ella, su familia y sus clientes.
“Estoy asustada. Estoy disgustada y estoy triste. Ha sido una montaña rusa emocional”, dijo Bailey.
El instructor de seguridad de su arma, Gene, le dijo a los medios de comunicación locales que había tenido 24 personas del vecindario que se pusieron en contacto con él para recibir capacitación y obtener un permiso para llevar armas y 21 de esas personas ya recibieron sus permisos.
“Están tan asustados y es raro que haya 24 personas en menos de dos meses y medio solicitando permisos para transportar armas en un área”, dijo Gene.
Dee Walsh, ha vivido en el barrio de North End durante 38 años y esta semana fue testigo de un incidente con una pistola en una tienda cercana y una experiencia aún más aterradora fuera de su casa el verano pasado.
“Hubo dos autos disparándose el uno al otro al final del camino de entrada”, dijo Walsh. “Entonces, tuve que correr adentro y ver a mi nieto y mi esposo para asegurarme de que ninguna de las balas terminó en la casa”.
Walsh dijo que la situación ha llegado, para su familia, a un punto sin retorno.
“En mi vecindario, son disparos todos los días. No importa ni la noche ni el día, y ni siquiera vamos al patio trasero, mi jardín se está muriendo y nos estamos mudando”, dijo Walsh. “Estamos poniendo nuestra casa a la venta”.
