POR ESTRELLA FLORES-CARRETERO
Cuando surge una vacante o hay que cubrir un nuevo puesto de trabajo, los departamentos de recursos humanos tienden a buscar candidatos de puertas afuera. No digo que no haya que hacerlo, sino que puede que exista una opción mejor: mirar cerca de nosotros. Con frecuencia, ascender o reubicar a un trabajador supone una gran ventaja para todos: para la corporación y para los empleados.
¿Por qué entonces suele rechazarse esta opción? Algunas empresas sienten que elegir a uno y no a otro podría romper la igualdad en el equipo; temen que poner como superior a alguien, que hasta ahora estaba al mismo nivel, cree problemas de envidias en el resto o que un cambio de funciones pueda ser visto como un agravio comparativo por los compañeros. Pero eso no tiene por qué ocurrir con una adecuada gestión emocional.
Los líderes empresariales no son padres que deban actuar por igual con todos sus hijos, sino personas con una misión que cumplir. Y para ello deben dar los pasos necesarios con determinación; aunque, eso sí, sin dañar el clima laboral.
En mi opinión, resulta importante intentar siempre el reclutamiento interno por varias razones:
Retiene el talento. El llamado «boreout», ese aburrimiento que genera hacer lo mismo cada día, sin ver una posibilidad de cambio en el horizonte, es muy peligroso para las empresas porque produce desmotivación, absentismo y baja productividad. Las corporaciones deben estar en permanente cambio, adaptándose a las veleidades de los mercados y buscando nuevas oportunidades, y eso es incompatible con tener a trabajadores calentando la silla.
Fomenta la motivación. Si las personas ven que pueden desempeñar nuevos puestos y crecer profesionalmente, se esforzarán más. Quizá hoy no hayan sido los elegidos, pero saben que podrán serlo, porque ven que ese es el espíritu de su corporación. El reclutamiento interno fomenta la sana competitividad y la lícita ambición.
Afianza el compromiso. Saber que la empresa valora las capacidades y habilidades de sus empleados, que pone su confianza en ellos para desempeñar nuevos cargos, genera un compromiso mayor. Nuestra naturaleza es ser agradecidos con quien nos brinda oportunidades.
Es una opción inteligente. Empezar de cero siempre es más costoso en tiempo, en recursos… que tener medio camino andado. El trabajador interno que ocupa un nuevo puesto, ya conoce la empresa; necesitará recibir la formación adecuada para sus futuras funciones, pero no requerirá un tiempo de adaptación como si llegara de fuera: él ya sabe cuáles son los procesos y la cultura corporativa.
Ascender o transferir trabajadores de un puesto a otro puede ser muy enriquecedor, siempre que se informe debidamente, que se realicen las entrevistas oportunas, que no se prime la antigüedad ni la afinidad personal…, sino las capacidades y habilidades necesarias para el mejor desempeño del puesto concreto.
Hay un viejo refrán que dice «más vale malo conocido que bueno por conocer», con el que no estoy de acuerdo: a nuestro lado hay mucho bueno por descubrir.
www.ieieamerica.com