SAINT PAUL, MN
La suma de eventos en los que las vidas de muchos son cortadas a manos de pocos continúa. Y son eventos que cobran dimensiones diversas por cuanto que la cobertura que ofrecen los medios de comunicación nos indica diversos niveles de alarma. Ello ha generado una serie de reacciones entre la población del mundo entero, y sobre todo a partir de la iniciativa de Facebook al promover el uso de una bandera francesa en el perfil de cada usuario, a fin de mostrar solidaridad con el país recientemente bajo el efecto de deplorables actos terroristas.
Entre los argumentos que incluso amigos nuestros se han dado, resulta innegable la necesidad de muestras de solidaridad incondicional del lado de los ciudadanos franceses. Otros también muestran la molestia que supone no haber visto antes la oferta de uso de un símbolo para mostrar solidaridad con otros países que han sido igualmente afectados por actos terroristas.
Para muchos, esto es una muestra de la selectividad de los medios, que se agudiza con la interminable y repetitiva cobertura que se ha dado en las grandes cadenas de televisión, en contraste con la casi inadvertida nota sobre lo ocurrido en Siria o en Palestina. Sendos ataques han causado la muerte de cientos de personas, leemos en textos “subidos” en Facebook. Y sin embargo, los medios de comunicación parecieran, reza la queja constante también, otorgar diversos grados de “humanidad” a los distintos involucrados.
Dentro de una coyuntura en la que las diferencias culturales son enarboladas como argumento en favor y en contra de diversos grupos, lo ocurrido en Francia podría constituirse en un evento que agudice las confrontaciones y eventualmente radicalice posiciones encontradas. El compromiso de los medios de comunicación es el de otorgar información sin tapujos, sin componendas y sin propaganda. Nada más alejado de la realidad. Los medios de comunicación se posicionan y perfilan sus notas para hacerlo evidente.
Ello, por supuesto, no es inaudito. Históricamente, los medios de comunicación han callado lo que no desean que sus lectores o escuchas conozcan. La prensa en el pasado ha llegado a hacer cambiar la historia, en diversos niveles. Destaca, sin duda, el Watergate en la década de los 70s, cuando se carecía de, y ni siquiera se pensaba en, los medios sociales que hoy el internet pone al alcance de todos. Pero en el contexto internacional, la carencia de información fuera de un país, de un continente o de un hemisferio, es una constante.
Por ello desconocemos hoy las raíces de los conflictos que se viven en el así identificado “Medio Oriente” (por cierto por parte de quienes rigen en el “Occidente.” Una serie de conflictos milenarios, fruto de las continuas y sangrientas expansiones, provenientes del lejano oriente, del mismo medio oriente, o del occidente, según el período histórico a que nos refiramos. Todos han dejado profundas huellas y problemas sin resolver. Y siempre la ambición por el control de un área rica en petróleo y estratégica en el desarrollo de comercio y diplomacia.
Hoy no es posible señalar a un solo responsable de las olas de terror que se han vivido continuamente. Se trata de una responsabilidad colectiva que ha provocado sendas divisiones ideológicas y movimientos radicales que actúan en contra de la humanidad entera. La respuesta de los poderes occidentales, hoy también, parece excesiva, aun a pesar de lo “justificado” que se presente en los medios.
Habrá que considerar las lecciones históricas con seriedad hoy, que Francia vive días grises y tristes. Primero, los ciudadanos del país de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, son las víctimas más recientes de eventos lamentables, pero no son los únicos, y justo sería que la cobertura y la solidaridad entre los ciudadanos del mundo se extiendan a todos aquellos en Líbano, Siria, Egipto, y muchísimos otros sitios, en donde han sido igualmente afectados.
Segundo, que las acciones que hoy tomen los gobiernos de los países occidentales, generarán reacciones entre quienes resulten afectados. Y aquí entonces, una radicalización mayor podría ser la consecuencia inmediata, y por lo tanto la instrumentación de futuros ataques similares a los sufridos en Francia, podrían generalizarse en otros países. Es tiempo que los líderes mundiales asuman sus compromiso para evitar que ello pase, actuando con responsabilidad.
Finalmente como ciudadanos globales, nos corresponde informarnos de la mejor forma posible, consultando diversas fuentes, interesándonos por lo que ocurre más allá de las fronteras impuestas por los medios de comunicación, a fin de documentar nuestra posición, y asumirla con la mayor responsabilidad posible. El diálogo y la solidaridad tienen un sentido importante hoy, como únicos catalizadores en contra de posiciones radicales e irreconciliables que hoy nos llevan a ver videos de niños en Egipto y Siria, desmembrados, mutilados, lastimados en una guerra que ni es de ellos, ni tienen porque pagar por ella.
La defenestrada Historia, con mayúscula; disciplina ignorada en planes educativos con mayor frecuencia, podrá ser de gran utilidad para lograr mayor comprensión de un mundo complejo, y así contribuir a informar y dialogar sobres posibles soluciones.
Todos somos Paris, tanto como somos Siria o Egipto.