SAINT PAUL, MN
Hace dos meses, cuando se empezó a girar la convocatoria para asistir a la Marcha de las Mujeres en Washington, después de la derrota de Hillary Clinton en las elecciones, no me sentí ni identificada ni motivada.
Si bien me parecía vital accionar contra la retórica denigrante, divisionista y anti-democrática del presidente entrante, la plataforma inicial de la Marcha, aunque legítima y necesaria (protección de derechos reproductivos), era limitada y excluyente de las necesidades estratégicas de tantas otras mujeres y comunidades. Además, el lugar de encuentro, si bien simbólico por las marchas durante la era de los derechos civiles, lucía como de difícil acceso para la mayoría.
Sin embargo, con el tiempo, la coalición creció, con otras “marchas hermanas” en todos los estados de la nación, apoyada por organizaciones de mujeres y otras afines, ampliando las voces de mujeres y jóvenes de color, trabajadoras, y la comunidad LGTB. Hace unas semanas, la Marcha de las Mujeres emitió su agenda y los valores que la sostenían. La diversidad de voces que se sienten amenazadas por la retórica del nuevo presidente cobró vida en una agenda intersectorial que ahora incluye otros temas como derechos laborales, diversidad sexual, discapacitados, inmigración, acceso a la salud, paridad de las mujeres en liderazgo, entre otros.
Lo anterior dio frutos. Millones de personas en Estados Unidos se unieron en solidaridad y de forma pacífica para exigir al nuevo gobierno la garantía de sus derechos ciudadanos, el respeto a la dignidad humana y exigir la protección de programas sociales para la población. Según algunos cálculos, al menos 3 millones de personas asistieron a las marchas en el país. Esto sin contar otras manifestaciones similares en las principales capitales del mundo.
Y Saint Paul, Minnesota, no fue la excepción. Varias columnas de mujeres, individuos y familias enteras aparecían desde varias avenidas adyacentes al Capitolio y la Catedral para ver pasar el colorido desfile con organizadores y lideresas políticas portando la pancarta oficial del evento. Pese a las bajas temperaturas, el viento y la amenaza constante de lluvia, se estima que entre noventa y cien mil personas se congregaron en la sede del poder político del gobierno para escuchar el mensaje de lideresas influyentes en el Estado.
Yo he asistido a decenas de marchas, vigilias y protestas en las ciudades gemelas. Esta marcha –sin restarle ninguna importancia a las anteriores- rebasó todas las expectativas.
Muchas son las anécdotas de personas que esperaron hasta una hora para subirse al tren o autobús para regresar a sus casas. Y las fotos no mienten: la gente inundaba las calles más allá del puente del Boulevard John Ireland.
Una de las invitadas especiales, la Senadora Patricia Torres-Ray, destacó la larga historia de representación política de las mujeres en la legislatura estatal, la lucha permanente de las mujeres para obtener el poder, y el orgullo de ser la primera senadora latina en el Estado. Con un “Sí se puede” junto a otras lideresas latinas, envió un mensaje de unión y solidaridad con las comunidades inmigrantes, refugiadas y de color.
La talentosa artista y activista de origen puertorriqueño, Maria Isa, realzó sus palabras con una electrizante presentación acompañada por su elenco “Las luchadoras”, quienes portaban vistosas máscaras de lucha libre.
¿Qué significa esta marcha histórica en todo el país? ¿Qué sigue? ¿Se trata de un evento o de un movimiento? ¿Se sostendrá o veremos cómo se desintegra como tantos otros? ¿Será esta una nueva primavera para el movimiento feminista?
Ciertamente, todavía es difícil prever la sostenibilidad de esta hasta ahora exitosa iniciativa nacida de las redes sociales y la diferencia de perspectivas, pero con una infraestructura cada vez más formal. Por de pronto, su primer comunicado presenta 10 acciones concretas para los primeros 100 días de gobierno. La primera de ellas invita a que las personas, de forma individual o en grupo, se organicen, se involucren directamente formulando peticiones específicas a sus legisladores, y las hagan virales en las redes sociales.
Este parecería ser solo el inicio. Un movimiento de esta naturaleza solo sobrevivirá en tanto la gente se apropie del mismo, tome conciencia de lo que está en juego, y pida rendición de cuentas a la nueva administración y nuevos representantes.
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