MINNEAPOLIS, MN
Si bien “Emilia Pérez” no es una película terrible, ofrece una representación profundamente defectuosa e inexacta de lo que es realmente México.
La historia incluye algunos números musicales agradables y canciones divertidas, aunque mal interpretadas, junto con personajes cuyas personalidades carecen de profundidad y coherencia. Sin embargo, la representación que hace la película de la sociedad mexicana, sus personajes y sus entornos no logra reflejar las complejidades del México contemporáneo.
Incluso el sistema judicial que se presenta en la película se parece poco a cómo funcionan las cosas en México. Da la sensación de que el autor basó su interpretación en titulares sensacionalistas de tabloides y horas de melodramas de bajo presupuesto. El resultado es una representación de México como una nación oscura y atrasada, una visión no sólo ignorante sino que raya en la ofensiva.
Más allá de los temas superficiales, sociales y/o del género, la película falla en su elección de música, su representación caricaturizada del comportamiento criminal y su representación ingenua de las organizaciones sociales. Estos errores demuestran una desconexión significativa con la realidad del México moderno.
Disfrutamos de la actuación de Saldana, incluso de Gomez y Ramirez. Buen reparto, pero desafortunadamente la mayoría de ellos no eran mexicanos. En las películas, los acentos sí importan.
Es evidente que el creador francés no entiende del todo los matices culturales, parece que se basó en un collage distorsionado de estereotipos. La película reduce a México a un mosaico de mariachis, un mundo salvaje y caótico además de muchos mercados callejeros, ignorando la rica diversidad y las realidades contemporáneas del país del sur. De este modo, Emilia Pérez da la impresión de una visión equivocada y superficial de una nación que merece una representación mucho mejor ante el mundo.
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