SAINT PAUL, MN. Por Estrella Flores-Carretero
Nos enfrentamos a un gran reto mundial: no solo tenemos que combatir un virus que amenaza nuestra salud, sino sus terribles consecuencias en la economía. Trabajar unidos, compartir información y establecer sinergias es la única forma de superar la crisis.
La globalización ha dejado de ser un escenario futuro de permeabilidad económica, social y cultural para convertirse en una realidad: si algo ocurre en un lugar del mundo, por lejano que sea, nos afectará a todos. Por eso necesitamos colaborar y evitar así el naufragio del mismo barco en el que la humanidad navega.
Así las cosas, hablar de empresas públicas, privadas y el tercer sector (el que carece de ánimo de lucro) se ha convertido en un discurso del pasado. Es el momento de compartir y estar a la altura del desafío que plantea la covid-19. Muchas empresas así lo han entendido: la automovilística SEAT cambió su cadena de producción para ensamblar respiradores destinados a los hospitales públicos, numerosos hoteles han sido medicalizados, diferentes ONG han repartido alimentos cedidos por empresas agrícolas y supermercados…
La obligación de las empresas, sean del tipo que sean, es cooperar con transparencia y compartir su conocimiento ante una amenaza que es igual para todos. Es hora de trabajar en la búsqueda del bien común:
Dejar atrás los prejuicios. Las empresas, incluso unipersonales, son generadoras de empleo, un derecho humano que estamos obligados a preservar. No se puede hacer tanta discriminación entre lo público y lo privado cuando lo privado genera riquezas para contribuir mediante impuestos a lo público.
Buscar sinergias. Unirse a otra empresa no es perder identidad, sino enriquecer la propia marca; se trata de la verdadera estrategia win-win. No es posible abarcar todo, por lo que establecer sinergias para proyectos concretos, líneas de productos, formación de personal, innovación tecnología, necesidades de financiación… supone crecer y mejorar la oferta al cliente.
Actuar con rapidez. La crisis nos ha sorprendido; de un día para otro, el mundo ha cambiado. Nosotros también debemos cambiar con él, y hacerlo a su vertiginosa velocidad, porque solo sobreviven los que mejor y más rápidamente se adaptan. Colaborar con otras empresas, compartir información, crear alianzas, buscar partners para nuestro proyecto empresarial permite optimizar los recursos, reducir los costes, ampliar visiones y sumar fuerzas ante la adversidad.
Valorar el future thinking. El famoso «cambio de paradigma» que ocupó al filósofo Thomas Kuhn nos obliga una vez más a reinventarnos. Si queremos estar a la altura de este desafío y de los próximos que puedan presentarse, es necesario contar con expertos en future thinking, con capacidad de detectar las señales de cambio, anticipar medidas, identificar oportunidades, innovar, diseñar estrategias de actuación…
Cuidar las emociones. Un aspecto muy positivo de esta crisis es descubrir que, por encima de todo, nos necesitamos unos a otros y que el afecto y los cuidados nos nutren tanto como los alimentos. Personas con trabajos infravalorados como limpiadores, transportistas, dependientes, reponedores, trabajadores de residencias… han arriesgado su vida por el bienestar de todos.
La ONU recuerda que la situación actual «exige que todos los agentes —los gobiernos, el mundo académico, las empresas, los empleadores y las organizaciones de trabajadores, las organizaciones de la sociedad civil, las comunidades y las personas individuales— actúen de manera solidaria en formas nuevas, creativas y conscientes por el bien común y basándose en los valores básicos que defendemos para la humanidad».
Mi sugerencia: seamos más humanos.