SAINT PAUL, MN
En fechas recientes, la situación mundial se ha visto marcada de nueva cuenta por actos terroristas que han afectado vidas de millones de personas. Ya sea con acciones directas que han cortado las vidas de personajes reconocidos en el mundo de la comunicación, como ha ocurrido en Francia, o bien con quienes, aun cuando siguen el mismo destino, quedan en el anonimato, millones de personas en el mundo han reaccionado y congregado multitudinarias expresiones de solidaridad y de alto a la violencia.
Las fuentes del terror son diversas y, en muchos casos, difíciles de prevenir y evitar. Extremismos ideológicos y confrontaciones de ideologías llevan a la ejecución de dichos actos, deleznables bajo cualquier perspectiva. La sociedad en su conjunto se encuentra virtualmente expuesta a cualquier atentado, a ocurrir en cualquier momento. En tanto, las autoridades correspondientes continúan sus labores con la expectativa de prevenir y desmantelar nuevos actos. En ese interim, diversos grupos culturales y religiosos se convierten en comunidades de las que emergen los terroristas, y con ello llegan a ser clasificadas como nidos de terroristas.
Ello crea en el imaginario colectivo una asociación automática, no por ello válida, que hace concluir que todos aquellos que tienen en común una fe, o un origen, son por tanto terroristas. En Minnesota eso ha ocurrido reiteradamente con un grupo de inmigrantes, provenientes de Somalia, que han llegado al estado en condición de refugiados, intentando escapar de la violencia que aún prevalece en sus lugares de origen. Recordemos que hace pocos años se identificó una célula terrorista que trabajaba con jóvenes provenientes de Minneapolis.
Acaso por ello, un grupo de jóvenes líderes somalíes han solicitado se les asigne auxilio económico por parte del gobierno del estado, a fin de apoyar programas orientados a mantener a los jóvenes somalís alejados de cualquier posibilidad de vincularse a grupos extremistas. Este grupo, que se identifica como Ka Joog, en voz de su director Mohamed Farah, ha pedido a legisladores el pasado jueves, que el estado otorgue 4 millones de dólares en apoyo a programas extraescolares en lucha contra el reclutamiento terrorista de jóvenes a lo largo de Minnesota.
“Se trata de un asunto que debemos combatir unidos. Es un asunto ideológico, y debemos enfrentar una ideología con otra ideología,” señaló Farah a la división de Política y Presupuesto, E-12, del senado del gobierno estatal, en su primera reunión de la sesión legislativa del 2015.
De acuerdo con estimaciones oficiales, al menos 22 jóvenes que vivían en Minnesota han viajado a Somalia para alistarse en la lucha por al-Shabab, a partir del año 2007. Esto es relevante en tanto que Minneapolis es hogar para la más grande población de somalíes en todo Estados Unidos.
Dada la movilidad geográfica que se ha registrado recientemente entre este grupo, los fondos tocarían también a comunidades de Rochester, Wilmar y St. Cloud. La idea, como lo ha expresado Farah, es el mantener a la juventud somalí lejos de influencias negativas, y ofrecerles y apoyarles para finalizar al menos sus estudios de high school.
Minneapolis y Saint Paul participan en el programa piloto del Departamento de Justicia de Estados Unidos que busca aprovechar entrenamiento laboral y participación comunitaria entre comunidades en riesgo de reclutamiento terrorista. Es en ese contexto que se expresa Fareh, para justificar su petición. Aún falta elaborar la propuesta legislativa, y habrá que esperar el resultado.
