MINNEAPOLIS, MN
Este sábado, 6 de mayo, dieron inicio las presentaciones de la última puesta en escena de la Compañía de Ópera de Minnesota. Una obra de Giacomo Puccini, que nos lleva por la historia de Paris, de una ciudad en la que un par de jóvenes deben compartir vivienda a fin de lograr sobrevivir con poco, y soñar en grande. Un Paris en el que Rodolfo cae perdidamente enamorado de una adorable Mimi, al tiempo en que su amigo y compañero de vivienda, Marcello, convive con Musetta en lo que se convertirá en una dramática historia de amor, y de fingido desamor.
Por supuesto que se trata de una trama vista bajo muchísimos otros títulos, pero en la Bohème, el realismo es una característica que lleva al espectador por caminos disímbolos y deliciosos. Sin duda más allá de la idea misma de la ópera como un ejercicio teatral y musical, en esta ocasión la hermosísima voz de Nicole Cabell, que se complementa y mezcla maravillosamente con la misma de Scott Quinn, nos obsequian con un maravilloso espectáculo visual y auditivo.
Lo visual, por supuesto, es fruto de una excelente producción, que se agradece a Michael Yeargan, y al trabajo de conducción en manos de Michael Christi, y del mexicano Octavio Cárdenas como director artístico. David Radamés Toro, descendiente de padres mexicanos, se presenta también como asistente de dirección, cosa que se suma a las razones por las cuales no debes perderte de la oportunidad de disfrutar de un buen momento en el Ordway, incluso si se trata de la primera ocasión.
La Bohème se presenta con múltiples pendones, entre los que se encuentra el ser el pretexto para el desarrollo del guion de un famoso musical, RENT. Al ver la versión que esta temporada nos ofrece la Compañía de Opera de Minnesota, podemos sin duda comprender el porqué. Pero sobre todo, podemos observar un maravilloso ensamble entre Mary Evelyn Hangley, quien interpreta a Musetta, Nicole Cabell, Scott Quinn y Edward Parks. Todos ellos lideran un numeroso grupo de cantantes, y lo hacen de forma espectacular.
Una obra en cuatro actos, que lleva al espectador a través del oído, la vista y el corazón, por una serie de caminos a explorar, en los que la historia se liga, se entrelaza tal y como los personajes de la obra maestra de Puccini. En el primer acto, vemos como es la vida de estos dos personajes, Rodolfo y Marcello, con ese estilo bohemio atemporal.
En el segundo acto, con Rodolfo y Mimi ya como pareja, se nos ofrece una visión sobre los celos y la visión de una sociedad, de una comunidad que se redefine a partir de la adopción de nuevas formas de vivir. Como la propuesta liberal de Musetta, quien coquetea con diversos personajes en la obra, y enciende los celos de Marecello.
Para el tercer acto, queda al descubierto que Mimi está muy enferma, y que Rodolfo duda si debe o no continuar su relación con ella, dado lo delicado de su estado. Este segmento es muy intimista, aun cuando se desarrolla “fuera” de la vivienda, y nos habla de la precariedad que se ha apropiado de las vidas de todos en ese Paris atemporal. En el que las enfermedades son letales, y sin embargo en el que el amor es una forma de vida.
El cuarto acto, nos muestra la traducción final del amor entre Rodolfo y Mimi, en un final que podría ser equiparado al que nos muestra Shakespeare en sus obras, y más concretamente en Romeo y Julieta. Un final que no deja duda de serlo, y que sin duda para muchos significa una buena justificación para derramar algunas lágrimas por acá o por allá.
Cabe resaltar que entre los miembros de la compañía destaca la presencia Alejandro Magallón, y de su hijo Gabriel (9 años). Alejandro es también mexicano, y su hijo hace su primera aparición en una obra de ópera, siendo el miembro más joven del grupo. Un par de personajes que no pasan desapercibidos.
Si asistes, te sentirás, como nosotros, halagado o halagada de disfrutar de un espectáculo de gran calidad, con la mano de un director artístico mexicano, y con una historia que siempre es vigente, la del amor, la de la tragedia.