MINNEAPOLIS, MN
El continente Americano, como le conocimos en nuestros tiempos escolares si vivíamos en alguno de los que forman parte de la América Latina, es grande y diverso.
Desde la Patagonia, hasta Alaska, se puede observar la confluencia de millones de personas y acaso miles de culturas diferentes. Con cerca de 964 mil millones de habitantes, a lo largo de 43 millones de kilómetros cuadrados, dentro de este continente existe un intenso intercambio de población. La más documentada, por cierto, la que llega a los Estados Unidos.
Manteniendo en mente esas grandes diferencias, podemos sin embargo hablar de una característica común: como continente, es el último en el mundo en celebrar el fin de un año, y la llegada de uno nuevo. Ello tan solo supone un gran pretexto para celebrar en grande. Un momento en el que la mayoría de nosotros nos planteamos nuevas metas, nuevos proyectos, nuevos amores, o incluso la continuación de los que han sido exitosos. Nuestros buenos propósitos de año nuevo llenarían miles de páginas de algún libro que los colectara, y acaso pocas serían las páginas de un recuento de los mismos logrados a lo largo del año.
Lo cierto es que existen tradiciones para dar recibimiento al año nuevo, y ello es especialmente cierto en la América Latina o Hispana.
Por ejemplo, en España, madre patria para muchos de los países de este gran continente, y en los que se repite la misma tradición, se despide al año comiendo una docena de uvas, que según la tradición traerán buena suerte a los participantes de la ceremonia.
Con cada uva engullida, coincidiendo con las doce campanadas que anuncian la media noche, cada persona planteará un propósito por cada mes del año por estrenar. Pero habrá que tener cuidado al hacerlo. Sin prisa, sin atragantarse, pues ello puede ser incluso riesgoso. Y se sugiere que las uvas sean esas que carecen de semillas, para evitar lastimar la garganta con las mismas, o retrasarse al eliminarlas.
Una costumbre italiana que fue introducida a los Estados Unidos, es la de comer una sopa o guiso a base de lentejas. Y es que las lentejas asemejan a las monedas que los individuos esperarían contar en gran número en el año nuevo, por lo que el comer lentejas la noche del 31, significará el traer dinero a casa. Se acostumbra que la cena tenga lugar lo más cercano a la media noche, por lo que se torna un tanto difícil lograrlo, y en muchos casos el platillo de lentejas se incluye al momento de la cena normal.
En México y Perú se acostumbra el vestir con ropa roja o amarilla el 31 de diciembre. Los colores son de buena suerte, e incluso se sugiere usar ropa interior roja, a fin de incrementar la suerte de los individuos.
Esta tradición es semejante a la que se sigue en España, con la salvedad de que el color amarillo se evita, al ser un color de mala suerte.
Entretanto, en Brasil, el color de bienvenida al año nuevo es el blanco, por lo que las calles de Río o de Sao Paulo, se visten de blanco con la gente que sale a festejar el evento. En Copacabana la gente viste de blanco, se reúne en la playa y lleva en sus manos una flor blanca.
En México, si se desea viajar durante el año nuevo, es costumbre también el sacar una maleta y caminar por la calle, incluso dando la vuelta al bloque entero. Y no importa si la maleta está o no llena. Lo importante es que es el símbolo de un viaje.
Desde luego que la costumbre más común es la de brindar con champaña justo al arribo del nuevo año, y repartir abrazos llenos de buenos deseos. Y eso no es exclusivo de América Latina, sino que ocurre en el mundo entero.
Así, ¡salud, y muy feliz y prometedor año nuevo a nuestros lectores!