MINNEAPOLIS, MN
El presidente Donald Trump autorizó a las iglesias a reabrir sus puertas este fin de semana y amenazó con suspender la autoridad de los gobernadores si lo impiden, lo que legalmente no es factible porque la decisión corresponde a las entidades locales y estatales.
En una rueda de prensa este viernes, el mandatario anunció la designación de las iglesias, sinagogas y mezquitas como “lugares esenciales”, por lo que a nivel federal pasan a ser considerados cruciales en el marco de la pandemia, una categoría en la que también han entrado hospitales o procesadoras de alimentos.
“Exhorto a los gobernadores a permitir a las iglesias y a los lugares de culto abrir, ¡ahora mismo!”, dijo Trump.
El presidente, además, amenazó con suspender la autoridad de los gobernadores si no lo permiten y acabó su intervención diciendo: “EE.UU. necesita más rezos, no menos”.
Trump no aclaró a qué poderes presidenciales se refería para anular el poder de los gobernadores y, preguntada por la prensa, la portavoz de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany, tampoco ofreció ningún detalle.
EL GOBERNADOR ES QUIEN MANDA
En realidad, legalmente, el Gobierno federal no tiene autoridad para anular las decisiones de los gobernadores; que son quienes tienen potestad para decidir si reanudan o no la actividad de una zona.
Lo que Trump sí puede hacer y ya ha hecho es respaldar las denuncias contra gobernadores que han interpuesto instituciones religiosas, que consideran que las restricciones por el virus violan su derecho a la libertad de culto recogido por la Constitución.
En abril, el Departamento de Justicia ya apoyó judicialmente a un pastor de una iglesia de Misisipi que fue multado por violar una orden que prohibía servicios religiosos.
Además, los abogados de ese departamento escribieron este mes una carta al gobernador de California, el demócrata Gavin Newsom, para quejarse de los plazos que había establecido para la reapertura de iglesias, más tarde que las escuelas, centros comerciales y restaurantes.
Pese a que la decisión de reabrir corresponde a las autoridades estatales y locales, el mandatario ha instado en varias ocasiones a “liberar” aquellos estados con medidas más estrictas de confinamiento, como Michigan, gobernado por los demócratas y clave para las elecciones presidenciales de noviembre.
REZAR CON LA NARIZ Y LA BOCA TAPADAS
Para ayudar en el proceso de reapertura de las iglesias, los gubernamentales Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han emitido una guía, en la que recomiendan a los feligreses usar mascarillas y tapabocas, así como mantener una distancia de separación de unos dos metros.
También piden a los líderes religiosos que aumenten las medidas de limpieza, consideren la opción de celebrar sus servicios en el exterior y que eviten el contacto físico entre sus fieles, como abrazos, apretones de manos y besos, que forman parte de algunos ritos.
Durante la pandemia, algunos lugares de culto han demostrado ser peligrosos para sus ciudadanos.
IGLESIAS Y SINAGOGAS, CAMPOS DE CULTIVO PARA EL VIRUS
Por ejemplo, en el estado de Nueva York, algunos de los primeros casos de COVID-19 se detectaron en una sinagoga ortodoxa de la localidad de New Rochelle, donde se cree que a finales de febrero un abogado participó en varios servicios religiosos antes de dar positivo y pudo haber contagiado a otros parroquianos.
Asimismo, en el estado de Washington, el 87% del coro de una iglesia terminó infectado después de que uno de sus miembros acabara contagiando a otras 61 personas, un caso que ha sido estudiado por los expertos del CDC para entender la rápida propagación del virus.
Esta semana, los CDC publicaron otro informe en el que analizaban un brote en una iglesia rural de Arkansas, donde de los 92 fieles que acudieron a los servicios religiosos entre el 6 y el 11 de marzo, 3 murieron y 35 dieron positivo de COVID-19.
La orden de Trump llega en un momento en el que los 50 estados han adoptado medidas para ir reabriendo gradualmente coincidiendo con el fin de semana del Memorial Day, que tradicionalmente da inicio a la temporada de verano.
El país sigue siendo el foco de la pandemia en términos absolutos con más de 1,5 millones de casos y al menos 95.000 muertes, de acuerdo a los datos que recopila la Universidad Johns Hopkins.