SAINT PAUL, MN
Al salir esta noche del Ordway Center, surgió la pregunta: “hola, ¿cómo fue el día de hoy?” Al pensar en la posible respuesta, lo primero que vino a mí fue el subrayar que la noche, con certeza, fue mágica. Una excelente forma de cerrar un día común, repleto de cosas que atender en la oficina y que gracias a Los Ilusionistas, dejó de ser un día común.
La producción fue intachable, tal y como se puede apreciar al ver aparecer de pronto en el escenario una máquina de ferrocarril, luego de unos segundos que es lo que toma el subir y bajar una cortina. Un espectáculo que mantiene la atención del público de principio a fin, y que sin duda genera sorpresa e incluso terror, como cuando Andrew Basso, el “escapista” italiano se sumerge en el tanque de agua y logra librarse de las esposas y abrir la compuerta, luego de un interminable lapso que rebasa los 3 minutos y 15 segundos. “Wow!” es la expresión generalizada.
La ilusión de atestiguar verdaderos ejercicios de magia hace que quienes apostaban descubrirían los trucos, terminan (o por mejor decir, terminamos) dándose por vencidos y se ven atrapados por el momento mágico, ya sin duda alguna. Y aun cuando veamos en vivo y en directo los mismos actos que se pueden ver en youtube por parte de Jeff Hobson, “el embaucador,” es aún más impresionante verle obligar a gente del público ejecutar actos de ilusionismo, con el “robo” de los relojes de quienes se dejan embaucar.
Las especulaciones surgen de inmediato, luego de la sorpresa, como si buscásemos, todos, la respuesta lógica y sustentable a lo que no podemos en realidad explicar. “Son espejos, se trata de doble escenario, hay dobles actuando…” Pero nos fascinamos con los juegos de cartas que nos ofrece Yu-Ho-Jin “el manipulador”, introducido al público como un virtuoso de la ilusión, y que lo demuestra incluso a través del frenético y embaucador movimiento de sus manos. Las cartas de la baraja que se desdibujan y las que siendo blancas de pronto aparecen con las figuras de las espadas, los tréboles, los corazones y las espadas.
Algunas personas no logran incluso mantener la atención en el escenario, cuando Aaron Crow, “el Guerrero,” rescata su salvavidas de la garganta, donde podríamos suponer está a punto de causar un serio evento de asfixia, con la ayuda de un hilo dental que, para mayor eficacia, hace traspasar la piel de su cuello, y que sale del mismo con la pastillita molesta. Los trucos del “futurista” Adam Trent, son también fascinantes y acompañados de comedia y un diálogo eficaz.
Falta mencionar el impactante truco de Kevin James, “el inventor,” quien convierte un ensamble de piezas visiblemente inanimadas, en una caracterización en miniatura del inolvidable Charles Chaplin, sin necesidad de cortinas que cubran y develen el truco, pareciendo que tan solo dichas piezas se convirtieron en humanos. El mismo personaje causa conmoción al partir en dos “por accidente” a uno de sus colaboradores, volviéndole a su estado “original”.
La participación de Dan Sperry, “el anti-prestidigitador,” introducido como originario de Minnesota, nos hace sentir los nervios de punta al “jugar” una suerte de ruleta rusa, como él mismo le llama, con una participante del público, quien, como por arte de magia, se libra de “perder” en dicho jueguito. Todos los ilusionistas nos ofrecieron un intenso “viaje mágico y misterioso,” a través de una superproducción al puro estilo de Broadway.
Si te gusta la magia, o si necesitas de un momento de verdadero esparcimiento, no te pierdas “Los Ilusionistas”, en el Ordway, en escena desde hoy, hasta el 29 de marzo.
