MINNEAPOLIS, MN
Después de participar en más de 100 misiones de combate en Afganistán y de haber sido luego deportado a México por más de una década, Mauricio Hernández Mata se sintió sorprendido cuando, en la ceremonia en que Estados Unidos le otorgó este miércoles la ciudadanía, lo reconocieron como estadounidense ejemplar.
“Usted, Mauricio Hernández Mata, es un ejemplo de ciudadano estadounidense”, le dijo la directora del programa del Departamento de Seguridad Interior (DHS) para veteranos deportados, Debra Rogers. “Déjeme repetirlo: Usted es un ejemplo de ciudadano estadounidense”.
“Me sentí validado. Es un reconocimiento por todo lo que he hecho por el país. Es una gran responsabilidad poder honrar esas palabras de hoy en adelante. Me sentí muy bien de que este día, en vez de ser villano soy gente de bien”, dijo el exmilitar momentos después a EFE.
Junto con Hernández Mata también prestó juramento como nuevo ciudadano el veterano Leonel Contreras, quien se sirvió en las Fuerzas Armadas cuando joven, en 1976 y 1977, y después fue deportado más de dos décadas a su natal México.
Ambos regresaron el verano pasado con permiso bajo un programa creado por orden ejecutiva el presidente Joe Biden el 2 de julio de 2021 para ayudar a los veteranos de guerra deportados a regresar a Estados Unidos y arreglar su condición migratoria.
El programa, denominado Iniciativa para Miembros Militares y Veteranos Inmigrantes (IMMVI), fue establecido para abordar las deportaciones injustas de extranjeros que son o fueron miembros de las Fuerzas Armadas y sus familiares elegibles fuera de Estados Unidos, y asegurar el acceso de los veteranos a los beneficios a los que tienen derecho.
Para Hernández Mata obtener la ciudadanía estadounidense fue “un cambio total” y el desenlace de casi 20 años de guerra, trauma, prisión y deportación a su país natal, del que recordaba muy poco cuando fue deportado, pues llegó a San Diego cuando tenía siete años de edad.
Hernández platicó a EFE que, de tanto participar en el frente de batalla a lo largo de seis años y por enfrentar situaciones traumatizantes, cuando regresó a California sufría sin saberlo de estrés postraumático, por lo que cometió errores que se abstuvo de detallar pero lo llevaron a la cárcel.
“Pagué mi deuda con la sociedad, pero al salir de prisión, como era residente legal en el país pero no ciudadano estadounidense, me deportaron a México”, dijo.
La deportación empeoró su estrés en un país en el que no conocía a nadie. Durante ocho años la directora del programa de derechos de los inmigrantes de la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU) en el sur de California, Jennie Pascuarella, lo representó en cortes para ayudarlo a regresar.
La abogada dijo hoy que el caso de Hernández Mata es muy importante porque, además de ser uno de los veteranos deportados que más tiempo han luchado por regresar a Estados Unidos, el hecho de que se le conceda la ciudadanía aumentará la esperanza para otros veteranos que continúan deportados.
Ninguna organización o institución conoce el número de veteranos que fueron deportados desde que, en 1996, el entones presidente Bill Clinton promulgó legislación para deportar a residentes legales que cometieran delitos que ameritaran cuando menos un año de cárcel. Nadie pensó que incluiría a residentes que sirvieron en las Fuerzas Armadas.
“Yo pienso que es más ciudadano un hombre que no sólo jura defender al país contra todo enemigo interno o externo, sino que efectivamente defiende al país contra todo enemigo”, dijo Hernández.
Robert Vivar, quien coordina como voluntario el trabajo desde San Diego para que regresen los veteranos deportados, dijo que han sido documentados por lo menos 500 exmilitares que fueron expulsados del país luego de servir en las Fuerzas Armadas.
Debra Rogers, del programa del presidente Biden para que el DHS les ayude a regresar, dijo a EFE que hasta este miércoles han regresado al país 65 veteranos gracias a la iniciativa. Pero dos más cruzaban este mismo día, uno por El Paso, Texas, y el otro por San Diego, California, de acuerdo con Vivar.
Hernández dijo esperar que la ciudadanía estadounidense le dé un poco de tranquilidad.
“Todavía sufro de estrés postraumático y casi no he salido de casa porque por el estrés, y como tomo medicamentos hasta esta mañana yo pensaba que si salía y algo pasaba, aunque no fuera mi culpa, otra vez me podrían deportar. Ahora sé que por lo menos ya no me deportarían, me da confianza para pensar en salir al supermercado más de una vez por mes”, expresó.
A su vez, Leonel Contreras dijo que ahora se propone cumplir con las leyes, porque aunque ya no se le podrá deportar, prefiere vivir tranquilo con su familia en San Diego.