Saint Paul, MN
La alegría ha sido indescriptible para Roberto, que este miércoles ha pisado por primera vez Estados Unidos después de aguardar durante dos años en México una respuesta a su petición de asilo, una de las miles que quedaron en espera durante la Administración del expresidente Donald Trump (2017-2021).
“¿Ya estoy en Estados Unidos?”, pregunta a los voluntarios que le dan la bienvenida poco después de salir del control de migración en el puente internacional Paso del Norte, quienes al unísono le confirman que está en territorio estadounidense, donde su periplo acabará en Florida, donde tiene parientes.
Roberto, que vestía una chaqueta deportiva de color rojo, ha caído de rodillas sobre la tierra y extendido los brazos: “Soy libre”, ha dicho sollozando, lo que conmueve también a los voluntarios.
UNA CÁLIDA ACOGIDA
Se hace el silencio durante un par de segundos, que se rompe por un corto aplauso para celebrar que Roberto ha llegado a EE.UU.
Voluntarios de distintas organizaciones humanitarias, como Hope Border Institute, reciben a los inmigrantes y les ofrecen la posibilidad de ir a un refugio, donde se les da cobijo y comida.
Desde temprano corre una brisa helada por la zona, pero la recepción que los voluntarios ofrecen a quienes consiguen atravesar la frontera es cálida.
Este cubano no es el primero que llega a El Paso (Texas), por donde empezaron a atravesar desde el pasado 26 de febrero los demandantes de asilo afectados por el programa impuesto por Trump, los Protocolos de Protección al Migrante (MPP, en inglés), también conocido como “Permanezcan en México”, por el que los solicitantes eran devueltos al vecino del sur, a la espera de que se resolvieran sus casos migratorios en EE.UU.
Tras su llegada a la Casa Blanca, el pasado 20 de enero, Biden ha revocado numerosas políticas migratorias de su antecesor y ha desmantelado los MPP.
Cada día, a cualquier hora, el milagro de llegar a la nación del sueño americano se repite en el cruce Internacional Paso del Norte.
DE CUBA A EE.UU., PASANDO POR EL SALVADOR, NICARAGUA Y MÉXICO
Roberto ya está del otro lado del río Bravo tras un periplo que lo llevó desde Cuba a El Salvador, Nicaragua y México.
“Después de dos años de pasar muchas adversidades he logrado al fin mi meta, mi sueño, que fue ingresar, ingresar legal a Estados Unidos, fue mi sueño siempre”, confiesa a Efe.
Y es que, según Roberto, al otro lado de la frontera, en la mexicana Ciudad Juárez, sufrió violencia, desesperación y soledad.
“La vida de uno ahí no vale nada”, lamentó, después de narrar que un día presenció el asesinato a sangre fría de un joven que fue emboscado por dos motorizados que dispararon en plena calle.
Ahora en EE.UU. se siente seguro y su teléfono no para de recibir mensajes.
“Ya estoy en Estados Unidos”, le dice a otro de sus compatriotas con quien habla por su celular, mientras camina hacia unos autobuses que trasladan a los inmigrantes a albergues locales antes de que prosigan su viaje para reencontrarse con sus familias.
“Se acabó la guerra”, dijeron otros dos cubanos que se fundieron en un abrazo, esta vez en Estados Unidos.